Con
el fin de enseñarlos, Cristo le indicó a sus seguidores que había tres valores
que debían considerar:
A.-
El entorno de la oración.
B.-
La motivación de la oración.
C.-
La Esencia de la oración.
El entorno se refiere al lugar de intimidad en búsqueda de su
presencia y a la idea de apartarnos a solas con Él.
La motivación tiene que ver con lo que nos mueve realmente a orar. Nos
advierte de no orar afectados por la hipocresía porque, en ese caso, la oración
estaría mediatizada por un pecado.
La esencia es el
contenido de nuestra plegaria. En ese sentido, Jesús dijo “Vosotros, pues oraréis así”: De manera
que asombra que la iglesia cristiana haya concedido tan poca importancia al
deseo del Señor, El Padrenuestro fue reducido a una repetición vacía.
¿Cuánto
tiempo apartamos durante nuestro día para estar en la presencia de Dios?; ¿Qué
lugar tiene la oración en nuestra vida? Cristo nos habló de tres dimensiones en
las cuales podemos articular nuestra oración: Pedir, llamar y buscar (Lucas 11:9). Es impresionantemente triste cómo hemos relacionado la oración sólo con
pedir. Pedir siempre es más fácil. El
problema con esa postura es que ignora los elementos más sublimes de la vida de
oración, como lo son, llamar y buscar.
El salmista nos lo recuerda: “Oh
Jehová, de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré delante de ti y
esperaré…” Salmo 5:3.
“Es impresionantemente triste cómo hemos relacionado la oración
sólo con pedir”
Tenga
la absoluta seguridad de que cuando se
acerque a la presencia de Dios en oración usted va a ser cambiado, porque nadie
se acerca a Él para permanecer igual.
Permítame decirle esto con un ejemplo ordinario: ¿Sabe usted por qué la
grasa se derrite cuando se acerca al fuego? Se derrite porque ante el fuego
ella no tiene opciones. Cuando se acerca al calor, la grasa pierde su propia
naturaleza, el fuego la domina; Lo único que puede hacer para no ser
transformada es no acercarse. Si te
acercas a la presencia de Dios en oración vas a ser cambiado. Ningún ser humano puede acercarse a Dios y
permanecer igual. No te preocupes por el
discurso en la oración; no te angusties por las palabras; no midas el tiempo.
Orar no es competir con nadie. Si no
tienes nada que decir, ¡Por Dios, No digas nada! Quédate en el silencio de su
augusta presencia y deja que su Espíritu te toque. Tu sollozo, tu silencio, tu
llanto, tu gemir, tu humillación; tu reverencia ¡Todo eso junto es oración!
Nuestro
Padre está esperándonos en el altar.
Después de estar con Él nunca seremos iguales “…porque los ojos del Señor están sobre los justos y sus oídos atentos a
sus oraciones…” 1 Pedro 3:12.
Separa tiempo para estar en oración y descubrirás la verdadera vida de
un cristiano. Nadie sale de la presencia de Dios igual que como llegó. Entra en
el Lugar Santísimo. Hace mucho que Él te espera.
Hay
muchos creyentes que desean tener un tiempo de intimidad con Dios porque
intuyen que eso es bueno y agrada al Señor, pero pronto se desaniman y lo
abandonan porque descubren que la práctica de la oración tiene evidentes
dificultades naturales que no se experimentan en ninguna otra de las disciplinas
devocionales.
Cuando
alguien decide tener un encuentro en oración, surgen de inmediato una o varias
de estas dificultades: Sueño, cansancio, falta de concentración, diversas
interrupciones, (llaman a la puerta, timbra el teléfono…) miedo, dolores,
visitas inesperadas, etc. Sin embargo, si Ud. decide ver una película, leer la
prensa, disfrutar de su programa favorito en TV., o descansar en una playa; no aparece
ninguno de estos accidentes.
¿Se
ha preguntado alguna vez por qué ocurre eso? Se lo diré en términos
coloquiales: ¡Porque su oración causa terror en el infierno! Un gran hombre de
oración lo expresó así:
“La preocupación principal del
diablo es impedir la oración de los
cristianos. Él no le teme gran cosa a los estudios; tampoco hace caso a
nuestros programas, ni a la religión que
se caracteriza por la falta de oración. Él se ríe de nuestro trabajo, se burla
de nuestra sabiduría... ¡Pero TIEMBLA cuando oramos!”
La
oración desencadena la presencia de Dios de una forma sobrenatural, porque la
verdadera oración no es una actividad normal; es un acto de guerra espiritual.
La Palabra de Dios nos reseña el momento cuando Salomón oró durante la
consagración del Templo: “…Cuando Salomón
acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las
víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa.
Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria
de Jehová había llenado la casa de Jehová.” 2 Crónicas 7:1-2. La disciplina de la oración produce por sí
misma una reacción en el mundo espiritual que las fuerzas de las tinieblas no
soportan. Por eso es que responden con
violencia tratando de anularla. Un cristiano tiene que saber eso; debe entender
cómo funcionan Dios y Satanás durante el proceso de la oración. Tenemos que
aprender que la oración no es meramente una “actividad religiosa”, sino una
relación con Dios que tiene que ser cultivada, porque es la vida misma de un
hijo de Dios.
“Tenemos que aprender que la oración no es meramente una
“actividad religiosa”, sino una relación con Dios que tiene que ser cultivada,
porque es la vida misma de un hijo de Dios”.
La
vida de oración va a producir cambios en tu vida que tú a veces no buscas ni
esperas, por la sencilla razón de que todo el que se acerca a Dios se llena de
Dios, a la manera de Dios. “Acercaos a Dios, y él se acercará a
vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo,
purificad vuestros corazones”. Santiago 4:8
Cornelio, un centurión romano,
fue un militar invasor de Israel en la Palestina del siglo uno. Era de esperarse que fuera malvado y pagano,
pero la Biblia dice que “oraba a Dios siempre”. No sabemos cuándo, cómo y dónde
ocurrió su conversión; lo que sí sabemos es que “oraba” y esa vida de oración
convirtió a un pagano enemigo del pueblo de Dios en un instrumento para que el
glorioso Evangelio de Cristo afectara a todo el mundo gentil. ¿No le parece eso
maravilloso? El gran apóstol Pedro vio con sus propios ojos cómo el Espíritu
Santo cayó sobre una congregación de “odiosos gentiles” que Cornelio había
reunido.
No
te desanimes porque orar sea con frecuencia una tarea difícil. No puede ser de otra manera. Nunca te sientas derrotado aun cuando no
puedas realizar la oración. No te
angusties si no sientes gozo. Él ha
dicho que estará con nosotros “Todos los
Días hasta el fin”.
Tengo
la absoluta convicción de que la vida de oración es, sin lugar a dudas, la
práctica que produce más transformaciones en cualquier persona. Cuando alguien
descubre esa verdad está a punto de asistir al escenario donde van a ocurrir
los más importantes cambios de su vida.
Orar, ciertamente nunca ha sido, no es, y jamás será algo ligero o
fácil. En la práctica de la oración
siempre habrá: 1.- Un hombre finito que se acerca al trono de la gracia. 2.- Un
Dios infinito que ama al hombre y siempre le responde, y 3.- Un enemigo de Dios
y del hombre, cuyo esfuerzo fundamental es anular la oración como sistema.
Nunca te rindas. Detrás
de una montaña siempre habrá un valle.
Por el pastor Néstor Blanco
También puedes leer: Una cita en el Altar. 1ra. parte: "Señor, enséñanos a orar"
¡Dios te bendiga!