“Y
decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día, y sígame”. Lucas 9:23
“Hermanos tienen que tomar su
cruz, eso que estás padeciendo es la cruz que te toca llevar para seguir a
Cristo”. Estas palabras se escuchan con frecuencia en labios de algún predicador
y muchas veces el creyente no está tan seguro de a qué se refiere con eso de “tomar
su cruz”. ¿A qué se refieren cuando dicen esto? O más bien ¿A qué se refiere la
biblia cuando nos dice que debemos tomar nuestra cruz?
Vamos a comenzar con lo que Jesús
no quería decir. Muchas personas interpretan “cruz”, como parte de la carga que
deben llevar en su vida: una relación tensa, un trabajo ingrato, una enfermedad
física, un matrimonio defectuoso, la rebeldía de sus hijos, una mala actitud,
vivir en un lugar peligroso o dañino, etc. Con autocompasión dicen, “Esa es mi
cruz que tengo que llevar.” Tal interpretación no es lo que Jesús quiso decir
cuando dijo: “Toma tu cruz y sígueme.”
Los cristianos de hoy vemos la
cruz como un símbolo preciado de la expiación, el perdón, la gracia y el amor.
Pero en tiempos de Jesús, la cruz representaba nada más que la muerte de la manera
más dolorosa y humillante que los seres humanos podían enfrentar. Cuando Jesús
llevó su cruz hasta el Gólgota para ser crucificado, nadie pensaba en la cruz
como un símbolo de llevar una carga. Debido a que los romanos forzaron a
criminales condenados a llevar su propia cruz hasta el lugar de la crucifixión,
llevar una cruz significaba llevar su instrumento propio de ejecución mientras
se enfrentaba al ridículo en el camino a la muerte.
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Llevar una cruz significaba llevar su instrumento propio de
ejecución mientras se enfrentaba al ridículo en el camino a la muerte
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Por lo tanto, “Toma tu cruz y
sígueme” significa estar dispuesto a morir para seguir a Jesús. Esto
se llama “morir a sí mismo.” Es un llamado a la entrega absoluta. Cada vez que
Jesús mandó a llevar la cruz, Él dijo: “Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá, pero el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le sirve al
hombre ganar el mundo entero, y sin embargo pierde o se destruye a sí mismo?” (Lucas 9:24-25). A pesar de que el llamado es duro, la recompensa es inigualable.
Seguir a Jesús es fácil cuando la
vida se ejecuta sin problemas, cuando todo es cuesta arriba, cuando abundan las
bendiciones; nuestro verdadero compromiso con El se pone de manifiesto durante
las pruebas. Jesús nos aseguró que las pruebas vendrán a sus seguidores (Juan 16:33). El discipulado exige sacrificio, y Jesús nunca ocultó ese costo.
En Lucas 9:57-62, tres personas
parecían dispuestas a seguir a Jesús. Cuando Jesús les preguntó más, su
compromiso era a medias a lo mucho. No calcularon el costo de seguirle. Ninguno
estaba dispuesto a tomar su cruz y crucificarse sobre sus propios intereses. Por
lo tanto, Jesús les disuadió.
¡Qué diferente de la típica
presentación del Evangelio de hoy! “Ven a Cristo y todos tus problemas serán
resueltos”, “Conviértete y serás prosperado”, “Ven y busca tu milagro”… ¿Cuántas
personas responderían a un llamado al altar que diría: “Vengan a Jesús, y es posible que se enfrente a la
pérdida de amigos, familia, la reputación, la carrera, e incluso su vida”? El
número de falsos conversos probablemente disminuiría.
Este llamado es lo que Jesús
quiso decir cuando dijo “Toma tu cruz y sígueme”:
ü Tendrás
que suspender tu agenda para cumplir con la mía.
ü Mis
sueños serán ahora tus sueños.
ü Si
tus gustos no me dan gloria tendrás que dejarlo
ü Tendrás
que menguar para que Yo crezca en ti.
ü El
reino de Dios será tu más alta prioridad.
ü Tendrás
que perdonar a quienes te han ofendido aunque no te guste hacerlo.
ü Adaptarás
tu forma de vestir, de actuar y de hablar a la mía.
ü No
dependerás de tus habilidades sino de las mías
ü Serás
enseñable y corregible SIEMPRE.
ü Serás
humilde ante Dios y los demás.
ü Serás
responsable en todos tus actos.
ü Tendrás
discernimiento para actuar, no reaccionar.
ü Serás
sensible a la dirección del Espíritu Santo.
ü Tendrás
una creciente confianza en Dios y Sus promesas.
El compromiso con Cristo
significa tomar su cruz cada día, abandonando sus esperanzas, sueños,
posesiones, incluso su propia vida si es necesario por la causa de Cristo. Sólo
si voluntariamente, toma su cruz puede ser llamado su discípulo (Lucas 14:27).
La recompensa vale la pena.
Jesús mismo siguió Su llamado de
morir a Sí mismo. Él tomó Su cruz, y no sólo la cruz de madera, sino la cruz de
la auto negación a sus propios planes para cumplir con los planes del Dios
padre, la cruz de la humillación ante un grupo de personas menos importantes
que Él y sin nada de poder, siendo Santo y sin manchas tomó el lugar de los
pecadores; todo esto para cumplir con el plan redentor de Jehová Dios padre.
Eso significa tomar su cruz cada
día y seguir a Cristo. Ahora que lo sabes ¿estás dispuesto/a a hacerlo?
“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el pierda
su vida por causa de mí la encontrará”.
Mateo 16: 25-26
Mateo 16: 25-26
¡Dios te bendiga!