jueves, 11 de febrero de 2016

Bendiciones Retenidas



Uno de los conceptos más claro que aparece en la Biblia es el de que es el deseo de Dios que a todos nosotros nos vaya bien. Que vivamos una vida plena, una vida llena de gozo, llena de paz, una vida de completa comunión con nuestro Señor. Sin embargo a pesar de que esos son los deseos de Dios para nuestras vidas no siempre podemos vivir esa vida plena. No sé si alguna vez te has preguntado esto, si Cristo vino a darnos vida y vida en abundancia según Juan 10:10 ¿por qué no se manifiesta en ti esa  vida abundante?


Yo tengo dos teorías que explican eso; la primera es que todo es parte de un plan perfecto, diseñado y establecido por Dios para nosotros desde antes de nuestro nacimiento. Y ese plan contempla que nos vayamos desarrollando paso a paso hasta alcanzar la estatura del varón perfecto que es Cristo Jesús. En otras palabras, al venir a los pies de Cristo no podemos permanecer estáticos, debemos crecer, debemos avanzar; Avanzar en el conocimiento, en la búsqueda incesante y en nuestra plena comunión con Dios. Es como cuando enviamos a nuestros hijos a la escuela, ellos arrancan en Kindergarten, pero sabemos que año tras año ellos deben avanzar un grado. Deben hacer sus esfuerzos por estudiar, por prepararse, por capacitarse, por pasar de curso.

A pesar de nuestros buenos deseos para con ellos, si ellos no hacen su parte van a repetir el curso una y otra vez hasta que se capaciten y demuestren que están listos para avanzar al siguiente nivel. Con Dios es igual, hay muchas bendiciones que él quiere entregarnos pero si no estamos preparados para recibirlas, para pasar de curso e ir al siguiente nivel de gloria, Dios no nos enviará hacia allí porque sabe que no estamos preparados, que no estamos capacitados. ¿O acaso un padre que se respete, por más que ame a su hijo, le va a entregar un carro Mercedes Benz a un niño de seis años para que lo maneje? ¡Claro que no! Porque sabe que aunque ama con locura a su hijo, está poniendo en riesgo la vida de quien ama y no desea que le pase ningún mal.

La segunda teoría que tengo con respecto a las bendiciones retenidas tiene que ver con nosotros mismos y lo que hay en nuestros corazones. La Biblia dice que de la abundancia de nuestro corazón habla la boca (Mateo 12:34). En otras palabras Dios, quien escudriña los corazones y lo sabe todo, sabe que hasta que no venga en nosotros esa transformación de adentro hacia a fuera no debe enviarnos esas bendiciones, porque entonces en vez de un bien nos estaría haciendo un mal.

Hay personas que aparentan ser humildes hasta que la ponen en un puesto de importancia y entonces sale lo que lleva dentro; comienzan a maltratar a los demás, a comportarse con altivez, con soberbia, y es solo cuestión de tiempo de que caiga, pues antes de la caída viene la altivez. El que se exalta será humillado y el que se humilla será exaltado (Lucas 14:11)

Si queremos vivir la vida plena y abundante que Dios quiere que vivamos, debemos primero prepararnos para recibir lo que Dios quiere darnos y segundo dejar que el Señor transforme nuestros corazones y convertirnos en verdaderos siervos que vivamos para ayudar y servir a los demás, recuerda que alguien una vez dijo: Quien no vive para servir, no sirve para vivir. 

¡Dios te bendiga!