Uno
de los conceptos más claro que aparece en la Biblia es el de que es el deseo de
Dios que a todos nosotros nos vaya bien. Que vivamos una vida plena, una vida
llena de gozo, llena de paz, una vida de completa comunión con nuestro Señor.
Sin embargo a pesar de que esos son los deseos de Dios para nuestras vidas no
siempre podemos vivir esa vida plena. No sé si alguna vez te has preguntado esto,
si Cristo vino a darnos vida y vida en abundancia según Juan 10:10 ¿por qué no se
manifiesta en ti esa vida abundante?
Yo
tengo dos teorías que explican eso; la primera es que todo es parte de un plan
perfecto, diseñado y establecido por Dios para nosotros desde antes de nuestro
nacimiento. Y ese plan contempla que nos vayamos desarrollando paso a paso
hasta alcanzar la estatura del varón perfecto que es Cristo Jesús. En otras
palabras, al venir a los pies de Cristo no podemos permanecer estáticos, debemos
crecer, debemos avanzar; Avanzar en el conocimiento, en la búsqueda incesante y
en nuestra plena comunión con Dios. Es como cuando enviamos a nuestros hijos a
la escuela, ellos arrancan en Kindergarten, pero sabemos que año tras año ellos
deben avanzar un grado. Deben hacer sus esfuerzos por estudiar, por prepararse,
por capacitarse, por pasar de curso.
A
pesar de nuestros buenos deseos para con ellos, si ellos no hacen su parte van
a repetir el curso una y otra vez hasta que se capaciten y demuestren que están
listos para avanzar al siguiente nivel. Con Dios es igual, hay muchas bendiciones
que él quiere entregarnos pero si no estamos preparados para recibirlas, para
pasar de curso e ir al siguiente nivel de gloria, Dios no nos enviará hacia
allí porque sabe que no estamos preparados, que no estamos capacitados. ¿O
acaso un padre que se respete, por más que ame a su hijo, le va a entregar un
carro Mercedes Benz a un niño de seis años para que lo maneje? ¡Claro que no!
Porque sabe que aunque ama con locura a su hijo, está poniendo en riesgo la
vida de quien ama y no desea que le pase ningún mal.
La
segunda teoría que tengo con respecto a las bendiciones retenidas tiene que ver
con nosotros mismos y lo que hay en nuestros corazones. La Biblia dice que de la abundancia de nuestro corazón habla la
boca (Mateo 12:34). En otras palabras Dios, quien escudriña los corazones
y lo sabe todo, sabe que hasta que no venga en nosotros esa transformación de adentro
hacia a fuera no debe enviarnos esas bendiciones, porque entonces en vez de un
bien nos estaría haciendo un mal.
Hay
personas que aparentan ser humildes hasta que la ponen en un puesto de
importancia y entonces sale lo que lleva dentro; comienzan a maltratar a los
demás, a comportarse con altivez, con soberbia, y es solo cuestión de tiempo de
que caiga, pues antes de la caída viene la altivez. El que se exalta será humillado y el que se humilla será exaltado (Lucas
14:11)
Si
queremos vivir la vida plena y abundante que Dios quiere que vivamos, debemos
primero prepararnos para recibir lo que Dios quiere darnos y segundo dejar que
el Señor transforme nuestros corazones y convertirnos en verdaderos siervos que
vivamos para ayudar y servir a los demás, recuerda que alguien una vez dijo:
Quien no vive para servir, no sirve para vivir.
¡Dios
te bendiga!