martes, 9 de febrero de 2016

Una fe resistente a toda prueba


Una de las cosas que se suelen hacer cuando se está desarrollando un prototipo de medicamento, de carros, de aviones, de computadoras, o de cualquier invento es someterlo a diversas pruebas. A veces esas pruebas duran años y años, antes de que las autoridades competentes digan que ese instrumento o que esa medicina ha cumplido con todos los requisitos establecidos por la ley y ya están aptos para ser puestos en el mercado y que la gente comience a usarlos, confiando naturalmente en que esas cosas han sido sometidas a diversas pruebas, que son resistentes y aptas para ser usadas o consumidas.


Basados en esa percepción que tenemos es que con fe, por ejemplo, nos montamos en un avión, creyendo que el aparato está bien hecho y que el piloto que maneja la nave está capacitado para volar el avión. Del mismo modo, manejamos un automóvil, porque estamos plenamente convencidos, de que el diseño del mismo pasó todas sus pruebas, y que por lo tanto a la hora de frenar, las bandas de freno harán su trabajo y evitarán que choquemos. Del mismo modo, cuando vamos al médico, lo hacemos en fe, creyendo en que ese galeno, tiene la pericia y el conocimiento necesario para resolver el mal que nos aqueja.

Es posible que nunca lo hayas pensado, ni reflexionado. Pero si lo analizamos bien, llegaremos en la conclusión de que el mundo funciona por fe. Por fe, tomamos un vuelo de avión. Por fe, nos montamos en los autobuses, en el metro, en los autos de servicio público, por fe vamos a un restaurante y nos comemos la comida, basados en la creencia de que la persona que está en la cocina sabe lo que hace, y no nos va a envenenar. Por fe contratamos a un arquitecto para que diseñe nuestra casa o edificio, por esa misma fe, contratamos al ingeniero o al maestro constructor para que nos construya la casa. Por fe, vamos al supermercado, a comprar los alimentos y a prepararlos para nuestro consumo. Por fe, decidimos casarnos y formar una familia, con un hombre o una mujer, que en principio era un/a total desconocido/a, que a lo mejor fue criado con costumbres diferentes a las de nosotros, pero que estamos confiados en que esa es la mujer o el hombre de nuestra vida y de que a su lado nos irá bien. Y si sigo, la lista de las cosas que hacemos por fe, no acabarían.

La biblia narra la historia de unos jóvenes hebreos que fueron echados al horno de fuego (Daniel capítulo 3), pero ellos tenían una fe a toda prueba, ellos dijeron “ciertamente el Dios a quien nosotros les servimos, nos puede librar de este horno de fuego en el que tú no quieres echar, pero si no, sepa oh rey, que nosotros tres seguiremos adorando y exaltando a nuestro Dios” (Versos 17-18 parafraseados) Esa es una fe a toda prueba. Esa es una fe completa en Dios. Es el tipo de fe que Dios espera que tú y yo tengamos.

Pidámosle a nuestro Dios que nos aumente la fe, para que sean cuales sean las pruebas que nos toquen vivir, nuestra fe sea resistente a toda prueba y podamos pasar las mismas, y pasar al siguiente nivel de gloria, adonde el Señor nos quiere llevar.

Ahora bien, hay situaciones en que esa fe es probada; así como los medicamentos, los vehículos, van a un laboratorio a desarrollarse y a probarse, nuestra fe es probada cada día de diferentes maneras. Con enfermedades, con carencias económicas, etc.

El apóstol Santiago en el capítulo 1 versos 2-4 lo dice de esta manera: Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.

Oramos a Dios para que su fe sea resistente a toda prueba; que sean perfectos, íntegros y que nunca te falte nada.

¡Dios les bendiga!