domingo, 7 de febrero de 2016

Acreditados por Dios


Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8)

A nosotros los seres humanos nos gustan los halagos. Cuando hacemos un trabajo bien nos gusta que nos reconozcan. Si andamos bien vestidos nos gusta que nos digan que esa ropa nos queda bonita. Nos encantan los halagos porque esa es parte de nuestra naturaleza humana. Tener buen nombre, prestigio, buena fama, que digan que tú eres un hombre serio o una mujer seria, el mejor trabajador o trabajadora, El mejor esposo o la mejor esposa, etc. Esas son cosas que nos agradan y que nos hacen sentir felices.


¿Pero ustedes se imaginan si esos halagos en vez de los hombres, vinieran de parte de Dios? ¿Como nos sentiríamos? Yo creo que se nos saldría el corazón de nuestros pechos solo de imaginar eso.

Que seamos acreditados por Dios. Reconocidos y recomendados por Dios. Eso hizo Dios con su siervo Job, ¿Has visto a mi siervo Job? Porque no hay ninguno como el sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal; ¡Que carta de presentación mas bella! ¿Te imaginas que el Señor se exprese así de ti?... ¿Has visto a mi siervo Antonio?  ¿Has visto a mi siervo Juan? ¿Has visto a mi sierva María?

¿Quién de nosotros no se sentiría contento si nada más y nada menos que el mismo Dios se expresara de nosotros de esa manera?

Pero para ser acreditados por Dios debemos estar dispuestos a pagar el precio. Job lo pagó ¡y de qué manera! Teniéndolo todo, se quedo sin nada. Pero su fe, su devoción y su confianza en Dios nunca desmayaron, ni disminuyeron. En tiempos de abundancia, de salud y de prosperidad, Job alababa a Dios. En tiempos de escasez, de enfermedad y de pobreza, Job seguía alabando a Dios. Había cambiado de estatus social de rico a pobre, había cambiado su estado de salud de sano a enfermo; pero sus circunstancias no cambiaron lo que había en su mente y en lo más profundo de su ser porque su corazón seguía igual adorando a Dios. Confiando en Dios y esperando que Dios juzgara su causa.

Cuánto tenemos que aprender de Job; cuánto tenemos que imitar a Job. Cuando Job lo perdió todo solo dijo: Jehová dio, Jehová quito, sea el nombre de Jehová glorificado (Job 1:21)

Cuando estaba desesperado Job dijo: Yo sé que mi redentor vive (Job 19:25) A pesar de no entender lo que le estaba pasando, a pesar de no saber por qué razón de repente el temor que le asaltaba le había sobrevenido (Job 3:25) Job se refugió en Dios. Job espero en Dios, no hubo despropósito; ni pecó en su tiempo de aflicción.

Quiero que medites en todo esto y te hagas estas preguntas ¿Cuándo estoy atravesando un duro proceso niego a Dios? ¿Me aparto de Él? ¿Empiezo a cuestionarlo para que me dé respuestas de por qué me pasa a mí?

Pidámosle a Dios que nos capacite, que nos llene, que nos de fortaleza para que cuando lleguen los días malos podamos ser probados en todo y pasar las pruebas con notas sobresalientes; y a quienes están atravesando esas duras pruebas en este momento no nos dejemos vencer por aquello que no entendemos y confiemos en que el Señor pronto nos mostrará la salida. Que sea Dios que nos moldee, que Seamos acreditados por el Todopoderoso. Que el creador del los cielos y la tierra pueda decir de nosotros lo mismo que de Job: Hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.


¡Dios les bendiga!