sábado, 6 de febrero de 2016

Al sentirnos incompetentes



¿En algún momento ha pensado, que al cambiar algunos aspectos de su vida, podría llegar a ser más competente para enfrentar los desafíos?
En más de una ocasión nos hemos sentido incompetentes ante los desafíos de la vida, pero la solución no se encuentra en el deseo que sintamos de ser diferentes. Dios no desea que la incompetencia venga a ser un obstáculo en nuestro andar con Él. Más bien debemos permitir que estos sentimientos nos motiven a confiar más en el Señor y en sus promesas.

Las Sagradas Escrituras nos enseñan que algunos siervos de Dios también se sintieron incompetentes.
Moisés veía su falta de elocuencia como un obstáculo para hablar ante el faraón el mensaje que Dios le había dado en relación a su pueblo (Éx 4.10). Gedeón, como consecuencia de su humilde linaje, dudó que podría liberar a Israel de sus enemigos (Jue 6.12-15). Y Jeremías declaró que no sabía cómo hablar, al ser llamado para ser profeta de Dios (Jer 1.4-6). En cada uno de estos casos, el Señor les afirmó que estaría con ellos.
Aun el apóstol Pablo confesó que no era competente para el ministerio que se le había encomendado; pero también afirmó que “nuestra competencia proviene de Dios” (2 Co 3.5). Esa es la mejor solución para enfrentar los sentimientos de incompetencia; saber que el Señor nos capacita, siempre y cuando, vivamos en comunión con su Hijo Jesucristo.


Las áreas de incompetencia
Aunque todos nos sentimos incompetentes, hay aspectos en los que ese sentimiento se agudiza.
Trabajo: Algunas personas se sienten incompetentes en sus centros de trabajo, pues no tienen la experiencia necesaria, o enfrentan nuevos desafíos.
Hogar: Otros se sienten incompetentes para instruir a sus hijos en la sociedad en la que vivimos.
Matrimonio: En ocasiones, las personas se sienten incapaces de agradar a su cónyuge y no saben qué hacer para edificar una relación en la que los dos se sientan satisfechos.
Finanzas: Algunas personas no creen ser capaces de proveer para su familia, sobre todo al compararse con otros.
Amistad: Otra área donde algunos se sienten incompetentes es la relacionada con las personas que les rodean, en especial los amigos.

Razones por la que nos sentimos incompetentes
El sentimiento de incompetencia puede ser difícil de manejar, pero también puede llegar a ser una bendición. Sin embargo, antes de descubrir los beneficios, debemos reconocer las razones por las que nos sentimos de esa manera.
Poca preparación: Puede que, al considerar nuestra vida, nos sintamos en desventaja, pues no creemos tener la educación, la inteligencia o la posición económica que otros poseen.
Baja autoestima: Cuando no nos sentimos bien con nosotros mismos, o creemos no ser valiosos, vivimos inseguros al pensar que no merecemos las bendiciones de Dios.
Comparación: Siempre habrá alguien que tenga más dinero, o más habilidades, o mejor posición social que nosotros. Es al aceptar lo que Dios nos ha dado, que dejamos de vernos inferiores a otros.
Una fe débil: Si dudamos de las promesas que el Señor nos ha dado, no podremos terminar lo que nos ha encomendado. Pero nos ha dado su Espíritu Santo para fortalecernos. No debemos dejarnos controlar por la inseguridad, pues Cristo nos ha dado la victoria.
Críticas: Es fácil sentirse competente cuando otros nos elogian. Pero es al ser criticados que corremos el riesgo de sentirnos incompetentes.
Fracasos: Todos hemos fallado en alguna ocasión. Pero no podemos vivir sintiendo que somos un fracaso, pues esto nos derrotaría y nos impediría seguir creciendo.

Resultados de la incompetencia
Al sentirnos incompetentes, debemos enfocarnos en las promesas del Señor y no en lo que sentimos. Si permitimos que los sentimientos negativos se apoderen de nosotros, sufriremos graves consecuencias:

No aprovecharemos las oportunidades que Dios nos da. El Señor nos las da cada día. Son los pequeños actos de obediencia los que nos preparan y nos permiten seguir sirviendo al Señor, y creciendo espiritualmente. Sin embargo, si permitimos que el temor a la incompetencia nos detenga, no disfrutaremos lo que el Señor había preparado para nosotros.
Rechazaremos el llamado de Dios. Casi siempre hay tres aspectos que nos detienen ante el llamado de Dios para servirle:
1) Temor al fracaso
2) Preocupaciones financieras
3) Preocupaciones familiares

Perderemos las bendiciones de Dios: El camino para ser bendecido por el Señor es una vida de obediencia. Nuestro Padre celestial no nos muestra todo su plan, pero nos guía en cada paso de obediencia que damos. Es al considerar sus atributos que nuestra incompetencia se desvanece, pues es omnipotente, omnisciente, amoroso, perdonador y lleno de gracia y bondad para con sus hijos.
Nos sentiremos insatisfechos: Si permitimos que la inseguridad y la incompetencia dominen nuestra vida, nos sentiremos incompletos. No podremos sentir el poder de Dios, ni tampoco su presencia. El Señor no busca personas que se sientan seguras de sí mismas, sino personas que se sientan incompetentes para usarlas a pesar de sus debilidades.

Áreas importantes de obediencia
Existen dos aspectos cruciales en relación con el llamado de Dios.
Salvación: No podemos permitir que los sentimientos de incompetencia nos impidan aceptar el perdón que Dios nos ofrece, por medio de su Hijo Jesucristo. No debemos tratar de cambiar con nuestras propias fuerzas, pues Él nos llama tal y como somos. No tengamos temor al pensar que hemos pecado demasiado, o que no podremos cambiar. La muerte de Cristo cubre todos nuestros pecados, y su Espíritu nos fortalece para que podamos vivir en santidad, rectitud y obediencia. Solo nos pide que confiemos en Jesucristo, que dependamos de su poder y que caminemos con Él cada día.

Servicio: Una vez que hemos sido salvos, el Señor nos llama a servirle. La verdadera satisfacción solo se encuentra al creer en Dios, al confiar en Él en cualquier situación y al vivir en obediencia a su voluntad. No es malo sentirnos incompetentes ante el llamado de Dios para servirle, pero debemos reconocer que nuestro Padre celestial está con nosotros y que promete ayudarnos. Es de esta manera que podremos decir: “No puedo, pero sé que Dios sí”.
 
Para reflexionar:
Ø  ¿Se enfoca más en sus incapacidades que en las promesas de Dios? ¿Cómo afectaría su actitud y confianza en usted mismo si pusiera su mirada en la Palabra del Señor?

Ø  ¿Ha habido alguna ocasión en la que ha sentido que Dios le ha llamado para hacer algo que va por encima de sus habilidades? ¿Fue capaz de confiar en el Señor y avanzar por fe?

Ø  Si en el pasado usted ha obedecido a Dios, a pesar de su incompetencia, ¿qué aprendió de esa situación? ¿Qué bendiciones recibió por haber sido obediente al llamado del Señor?


¡Dios te bendiga!



Fuente: Pastor Charles Stanley.