El concepto “reencarnación” hace
referencia a la existencia de una esencia en el ser humano que vuelve una y otra
vez a un soporte material (un cuerpo). Esto quiere decir que, tras la muerte de
una persona, una parte de ésta (su espíritu) vuelve a la vida (al mundo físico)
a través de la reencarnación.
Hoy se escuchan a muchos
predicadores modernos, a través de la televisión, la radio, en congresos y
demás, decir o más bien invocar que el espíritu de tal persona de la antigüedad
(generalmente el espíritu del profeta Elías, del rey David, de Débora, Esther,
el apóstol Pedro, Pablo, etc.) vienen sobre la vida de tal persona. Al momento
de ministrar imponen sus manos sobre alguien y le dicen esas palabras con el
objetivo de animar a los creyentes para que éstos se “fortalezcan”. Pero surgen
las preguntas: ¿Qué tan bíblica es esta práctica?, ¿Realmente el espíritu de
esos antepasados viene a “vivificar” a los débiles en la actualidad?
En
primer lugar quiero destacar que Dios no creó
nada a medias, todo lo creado por Dios fue “…bueno en gran manera…” Génesis 1:31. Y el hombre no fue la excepción; Jehová puso en el hombre su espíritu (vea Génesis 2:7). Cada ser humano creado tiene un espíritu dado por Dios.
En
segundo lugar, cuando una
persona muere su espíritu no se queda rondando en la tierra ni pasa a vivir en
otra persona para “fortalecerlo”, cuando alguien muere su espíritu REGRESA
a Dios (Vea Eclesiastés 12:7) de manera que los espíritus de los siervos de
Dios de la antigüedad regresaron a Dios desde el momento de su fallecimiento. Cabe
destacar que en el caso del profeta Elías quien subió al cielo sin ver la
muerte (vea 2 reyes 2:11), su cuerpo, donde quiera que esté, aún conserva su
espíritu.
En
tercer lugar, durante los
días en que nuestro Señor Jesucristo estuvo en la tierra NUNCA nos prometió que nos daría
el espíritu de ninguno de esos personajes para fortalecernos, Jesús nos
prometió el ESPÍRITU
SANTO (vea Juan 14:15-18; Hechos 1:4-5). De manera que, a parte de
nuestro propio espíritu (dado a cada ser humano) el Espíritu Santo de Dios
viene a morar en los que le servimos a Dios (vea 1 Corintios 3:16).
El concepto de la reencarnación
es totalmente sin fundamento en la Biblia, que nos dice claramente que nos
morimos una vez y luego enfrentamos el juicio (Hebreos 9:27). La Biblia nunca
menciona que la gente tiene una segunda oportunidad en la vida o que vuelve
como diferentes personas o animales. Jesús le dijo al criminal en la cruz, “Hoy
estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43), no “tendrás otra oportunidad para
vivir una vida en la tierra.” Mateo 25:46 específicamente nos dice que los
creyentes pasan a la vida eterna mientras los incrédulos al castigo eterno. La
reencarnación ha sido una creencia popular durante miles de años, pero nunca ha
sido aceptada por los cristianos o los seguidores del judaísmo porque es
contradictoria a las Escrituras.
El único pasaje al que señalan
algunos como evidencia de la reencarnación es Mateo 17:10-12, que une a Juan el
Bautista con Elías. Sin embargo, el pasaje no dice que Juan el Bautista era la
reencarnación de Elías sino que Juan habría cumplido la profecía de la venida
de Elías si la gente hubiera creído sus palabras y así hubiera creído en Jesús
como el Mesías (Mateo 17:12). La gente preguntó a Juan el Bautista si él era
Elías, y él dijo, “No lo soy” (Juan 1:21).
La creencia en la reencarnación
es un fenómeno antiguo y es un principio fundamental dentro de la mayoría de
las tradiciones religiosas Indias, como el hinduismo, el sijismo y el jainismo.
Muchos paganos modernos también creen en la reencarnación como algunos
movimientos de la Nueva Era, junto a los seguidores del Espiritismo. Para el
cristiano, sin embargo, no puede haber ninguna duda: la reencarnación es
antibíblica y debe ser rechazada como falsa.
El Espíritu Santo de Dios hace Su
obra de manera excelente y no necesita ningún otro espíritu que lo ayude a
fortalecer a los siervos del Señor. Su labor es más que suficiente para que
completemos la carrera de la fe y alcancemos la vida eterna.
No caben dudas de que esos
hombres y mujeres citados en las escrituras hicieron una buena labor, cada uno
de ellos cumplió el propósito de Dios para sus vidas y verdaderamente son un
ejemplo para nuestros días. Pero una cosa es que imitemos su caminar con Cristo,
y otra muy distinta es querer invocar sus espíritus para que “vengan a
ayudarnos”; esa práctica se conoce como espiritismo.
Amado lector, amigo, hermano,
confiemos en Dios y en la ayuda que nos provee a través del Espíritu Santo, eso
créanme, ¡es más que suficiente para nosotros! Jesús, momentos antes de
ascender al cielo les prometió a sus discípulos, y con ellos a nosotros, que
recibiríamos poder cuando el ESPÍRITU SANTO haya venido sobre nosotros y
este poder nos llevaría a predicar el evangelio en toda la tierra (vea Hechos 1:8)
Finalmente les quiero regalar
este versículo que el Espíritu Santo nos dejó a través de las manos del apóstol
Santiago.
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
¡Dios les bendiga!