Finalizando con esta serie de estudios sobre los mensajes de Jesucristo a las siete iglesias de Asia Menor, deseamos de forma sincera que le hayas sacado un buen provecho a todos y cada uno de ellos. Más intenso es nuestro deseo de que te hayas podido autoevaluar para reconocer y reparar las áreas en las que has estado fallándole al Señor, y también que reconozcas y afirmes las áreas que son en ti una fortaleza en tu servicio a Dios.
Esta vez consideraremos el mensaje a la iglesia de Laodicea ¿Qué tendrá que ver este estudio con la vida de la iglesia moderna, o tal vez con mi propia vida? veamos:
Y escribe al
ángel de la iglesia en Laodicea: "El Amén, el Testigo Fiel y Verdadero, el
Principio de la Creación de Dios, dice esto: ...Yo conozco tus obras, que ni
eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres
tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque dices: " Soy
rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad"; y no sabes que eres un
miserable y digno de lástima, pobre, ciego y desnudo, te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico y vestiduras blancas para
que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para
ungir tus ojos para que puedas ver. Yo reprendo y disciplino a todos los que
amo; sé pues celoso y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y
me senté con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias"
Elogio: Ninguno
Sobrenombre: La Iglesia
Tibia.
Crítica: Una iglesia
indiferente e indecisa, sumida en una profunda pobreza espiritual: ni eres frío
ni caliente ¡Ojalá fueses frío o caliente! a pesar de ser materialmente
acaudalada.
Reproche: Jesucristo tenía
una impresión distinta de la que los cristianos laodicenses tenían de sí
mismos. Ellos creían que todo estaba bien. Jesús les dijo que no había nada que
estuviese bien.
Instrucción: Sé celoso y
arrepiéntete.
Recompensa: Compartir el
trono de Cristo.
El Carácter de La Iglesia de Laodicea
Laodicea significa: 'la Justicia
del Pueblo'. La ciudad era un centro banquero orgulloso de su riqueza y
exquisita belleza, además contaba con hermosos templos y teatros. Era célebre
por su manufactura de ricos vestidos de lana negra y lustrosa. También era sede
de una escuela de medicina que fabricaba un polvo para el tratamiento de los
males oculares. De ahí, la santa amonestación por el Señor Jesucristo:
subrayando 'las riquezas, el vestido y el colirio'. Jesucristo tenía una
opinión notablemente diferente de los laodicenses de la que tenían ellos de sí
mismos. Ellos pensaban que todo estaba bien. Jesucristo no veía nada,
absolutamente nada bueno. Ellos creían que habían alcanzado la cima del mundo.
Jesús sabía que tenían graves problemas. No podían verse a sí mismos como
realmente eran. Jesús ve más allá de su fingimiento y les hace una radiografía
espiritual.
Interesante la manera en la que
el Señor amonesta a la iglesia de Laodicea. Esta es entre las 7, la única que
está en completa Apostasía, a la única a la que también el Señor la contradice
por vivir basándose en su propia justicia. El testimonio que da de sí misma, su
vanagloria, el incienso que quema para sí. El Señor lo cuestiona: "...tú
dices que eres rico y me he enriquecido... de ninguna cosa tengo necesidad...
(v.17) De esto aprendemos que la iglesia de los postreros tiempos se encuentra infestada
por el espíritu de Babel. Babel se gloria de sí misma. Y esto lo vemos en el
Rey de la Gran Babilonia, Nabucodonosor: "¿no es esta la Gran Babilonia
que yo edifiqué... para la gloria de mi majestad?" (Daniel 4:30).
Hay un gran contraste entre
Filadelfia y Laodicea; y es mucho más grande que el que existe entre Tiatira y
Sardis. Es decir, Jesucristo observa al menos un remanente fiel, en éstas dos
últimas iglesias—Tiatira y Sardis— y les consuela, anima y fortalece. Mientras
que la totalidad de la iglesia de Filadelfia no oye un solo reproche por parte
del Señor, Laodicea es censurada por causa de su apostasía y la reprensión es
dura y directa:"...yo conozco tus obras que no eres frío ni caliente...
ojalá fueses frío o caliente..." (v.15) dicho de otra manera sonaría:
"ojalá fueses completamente incrédulo o ardientemente creyente. Una cosa o
la otra. ¡Ojalá tuvieras definidas tus fronteras Laodicea...! Lo peor de todo
es que la iglesia de Laodicea se juzgaba justa en sí misma, pero DIOS está
afuera, no como en Éfeso — Él anda en medio de ella — Jesucristo le dice con insistencia:
"...he aquí yo estoy a la puerta y llamo..." (v.20) ¡Qué terrible!
Jesús está afuera en la puerta de una iglesia cristiana llamándole. Si
comparamos la condición de la totalidad de la iglesia actual nos damos cuenta
de algo lamentable: ¡Jesús está afuera! están todas las demás cosas: la biblia,
el bautismo, la confirmación, el culto y todo lo que la gente piense que hace
falta, pero falta lo más importante: La Presencia de Cristo, el Señor de la
Iglesia. Y no nos damos cuenta, nos pasa lo que a Sansón respecto del cual está
escrito: "pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él” (Jueces 16:20).
La Lección a tomar de la Iglesia de Laodicea
La vida de los creyentes en
Laodicea, pudo haber estado llena de cosas materiales emocionantes, pero
estaban espiritualmente insípidos: sin vida, apagados. La palabra 'tibio'
aparece solo una vez en las Escrituras (v.16). Describe el estado de la iglesia
de Laodicea. Estas personas habían olvidado que existían para una misión. No
existían para sí mismos, sino para la honra de Dios y el bien a los demás. No
solo debían de ser buenos, sino buenos para algo. Eran un candelero de oro
diseñado por Dios para ser luz en la oscuridad (Apocalipsis 1:20). Tenían que
ser luz y sal en el mundo que los rodeaba. Y la única forma en que podían
hacerlo era siguiendo la guía de su Señor quien dejó de lado sus propios intereses
para venir a rescatarlos (Filipenses 2:1-13).
La Verdadera Raíz de la Causa
El mensaje del testigo Fiel y
Verdadero a la Iglesia de Laodicea expone la más profunda raíz de la culpa y de
la necesidad de esta iglesia; que a no ser que se arrepienta le causará su
ruina.
La iglesia de Jesucristo se
encuentra hoy en una fase muy crucial, vivimos en medio de los postreros
tiempos. Una época de justicia propia, de materialismo y de bienestar
económico. Somos ricos y no necesitamos de nada. Y si nos percatamos bien los
versos 15-16 del capítulo que nos ocupa, el Señor reprende de esta patente
indiferencia — la misma que le repugna — a la iglesia de Laodicea.
Cuidado mi hermano, la tibieza
espiritual es el estado en que ya no tomas nada en serio: Ni a Dios, ni tampoco
al pecado. Y determinas: ¡Esto sí... pero lo otro... también! Tú le dices Sí al
Señor, pero al mismo tiempo a las cosas del mundo y al pecado. En pocas
palabras te la juegas al 50/50. Una mitad para DIOS, la otra mitad para el
mundo. Jugar así, es estar totalmente del lado del diablo. Dios abomina el
"cojear de los dos lados". Sé celoso y arrepiéntete, es el antídoto
para destruir la mortal infección pecaminosa de raíz.
Al vencedor se le ofrece tomar
asiento al lado en el lugar desde donde se imparte la verdadera justicia: EL
TRONO DE JUSTICIA. "haré que se siente conmigo en mi trono" (v.21).
Es decir, el Señor Jesucristo: El Amén, el Testigo Fiel y Verdadero, el
Principio de la Creación de Dios compartirá con el vencedor la gloria de su
Reino ¿Lo puedes ver hermano? Tú y yo colaborando en el Gobierno del Reino ¡Oh Qué Gloria!
Recuerda que hubo un ser
angelical — el Diablo — que intento ubicarse en ese asiento de autoridad en su
propia justicia, y fue arrojado de su posición exclusiva. El mismo que se
empeña en hacernos la guerra para no lograr la victoria de reinar con
Jesucristo. Sus horas están contadas y el momento habrá de llegar de saborear
la más grandiosa victoria: ¡Jesucristo Viene! Ahora puedes entender que honor
será para los vencedores instalarse en la Majestad del Trono de Gloria ¿Qué
esperas mi hermano? Entrégate a El sin reservas, solamente así estarás entre
los contados como vencedores de los cuales está escrito:
“Y ellos le
han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la Palabra de su Testimonio
y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte"
¡Dios te bendiga!