El
galgo inglés o greyhound es un perro de caza de cuerpo delgado y muy veloz. En
cambio, el bloodhound o perro de San Huberto, también es un perro de caza que
si bien no es ágil como el primero, cuenta con un gran olfato. Como el galgo se
fía de su destacada vista para cazar, si no ve a su presa se rinde enseguida.
Por el contrario, el bloodhound jamás se da por vencido porque utiliza su
olfato para cazar. Estas dos razas nos muestran nuestro modo de vivir. “La vida
del greyhound” que sólo sigue la realidad evidente a sus ojos y “la vida del
bloodhound” que sigue los valores invisibles a nuestros ojos hasta el final.
El
primero, alcanza el éxito rápidamente tanto en el estudio como en el trabajo.
También hace lo mismo con la oración, la adoración y la obediencia: se esfuerza
al máximo una o dos veces, pero se rinde fácilmente cuando no ve lo que desea
de forma rápida. Si no ve lo que desea se frustra y se da por vencido.
Vemos
este tipo de comportamiento en cristianos que al poco tiempo de aceptar al
Señor enseguida pretenden alcanzar grandes logros o posiciones, muchas
veces guiados por motivadores vendedores de un evangelio barato o por sus
estilos de vida mundanos no rendidos a los pies del Señor.
El
apóstol Pablo aconseja que no es prudente colocar a una persona con poco tiempo
en los caminos del Señor en posiciones de la iglesia o en ministerios debido a
que el envanecimiento acaba con la vida espiritual de ellos y caen en
condenación (1 Timoteo 3:6). Estas personas aún no tienen el fundamento y los
conocimientos necesarios para avanzar sin darse por vencidos, es importante que
desarrollen sus sentidos espirituales, y eso se logra con tiempo y mucha
paciencia poniendo a un lado lo visible y enfocándonos en la fe. La vida de fe no es una carrera de velocidad es una carrera de perseverancia o persistencia.
No
obstante, el segundo persevera en el estudio y en el trabajo, y avanza sin
darse por vencido aunque no se vea a simple vista.
“Pero los que esperan
a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
Así
como el bloodhound para llegar a su objetivo confía más en su olfato que en su
vista, el creyente que tiene una vida de fe avanza sin ver porque confía más en
lo que ha creído que en lo que muestran las circunstancias. Sabe que la fe es
mucho más que ver, es creer (Hebreos 11:1)
La
vida de fe del fiel debe ser como este último. Y debemos seguir confiando hasta
el final en Dios que es invisible pero que obra con Su gracia por nosotros. Si
afilamos nuestros sentidos espirituales y seguimos la Palabra confiando en
ella, llegaremos al destino.
Te
animo a no tomar en cuenta las circunstancias que ves a tu alrededor, si Dios
te dio una palabra, una promesa, confía en ella aunque veas lo contrario por el
momento; lo que Dios dice se cumple (Números 23:19; Josué 21:45; 1 Corintios 1:9)
“Por tanto,
mis amados hermanos, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que en el Señor
vuestro trabajo no es en vano”.
“He aquí,
tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de
Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y
compasivo”.
¡Dios te bendiga!