Las pruebas, dificultades y sufrimientos nos hacen reaccionar de diversas
maneras.
Algunas personas se enojan con Dios por
permitir las pruebas, mientras que otros se regocijan en Él, pues saben que
hace lo que es mejor para ellos. Una de las reacciones más comunes es tratar de
comprender el porqué de ese asunto. ¿Qué propósito tiene esto? ¿Por qué nos ha
sucedido, a nuestros hijos, o a nuestros seres queridos? Pero en ocasiones el
Señor no nos revela las respuestas a esas preguntas, o no logramos comprender
lo que nos enseña. ¿De qué manera debemos reaccionar cuando no entendemos por
qué?
En primer lugar, debemos comprender que
la perspectiva del Señor es completa, pues conoce el pasado, el presente y el
futuro. Pero la nuestra es limitada, y eso es lo que nos dificulta tener la
actitud correcta en cuanto a lo que enfrentamos. Sin embargo, el Señor
comprende cada detalle de nuestra vida y conoce lo que ha sucedido y el porqué
de cada situación.
En segundo lugar, debemos recordar que
el Señor es justo, amoroso, misericordioso y bondadoso. Todo lo que permite que
llegue a nuestra vida ha sido motivado por sus atributos.
En tercer lugar, tenemos que reconocer
que los caminos y los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros (Isaías55:8-9). Hay algunos aspectos que no entenderemos, pues van más allá de
nuestra comprensión. Y es en esos casos que debemos permitir que el Señor tome
el control aunque no comprendamos el porqué.
En cuarto lugar, debemos confiar en la
promesa que nos ha hecho en Lamentaciones 3:22-23 mientras enfrentamos
pruebas. La bondad, amor y compasión de Dios nunca se agotarán, pues sus
misericordias son nuevas cada mañana y el Señor es siempre fiel.
Finalmente, lo más importante no es
comprender la razón, sino aprender a ver las pruebas desde la perspectiva de
Dios y reaccionar de acuerdo a su Palabra. Pedro nos exhorta a ser humildes
ante la poderosa mano del Señor. Nos dice que debemos depositar nuestra
ansiedad en Él, resistir al diablo y mantenernos firmes en la fe, pues nuestro
sufrimiento no se compara con la vida eterna (1 Pedro 5:6-10).
¿Cómo respondemos cada vez que sufrimos dolor, decepción o
aflicción?
¿Acaso vemos las pruebas como un
método que Dios usa para llamar nuestra atención? Ese debería ser
nuestro primer pensamiento cuando alguna prueba viene a nuestra vida. En
ocasiones Dios tiene que usar el sufrimiento para que podamos poner nuestra
mirada en Él, pues a veces nos olvidamos del lugar que debe ocupar en nuestra
vida. Sin embargo, cuando enfrentamos algún accidente, pérdida de empleo, o
problemas familiares, enseguida corremos al que puede socorrernos.
¿Será que el Señor ha usado esa
dificultad para que aprendamos a depender de Él? La voluntad del
Señor es que siempre dependamos de Él, pero humanamente deseamos hacerlo todo
por nuestra cuenta. Sin embargo, cuando enfrentamos una situación que no
podemos enfrentar o cambiar, reconocemos lo mucho que necesitamos del Señor.
¿Es esto un ataque satánico? Como tenemos un enemigo
que desea destruirnos, debemos considerar que nuestras dificultades provienen
del diablo (1 Pedro 5:8). Como Dios nos ha provisto de una armadura espiritual,
debemos vestirnos con ella cada día para resistir los ataques del enemigo (Efesios 6.10-17).
¿Será que Dios prueba nuestra fe?
El
propósito que el Señor tiene con las pruebas no es observar lo que haremos al
respecto, pues conoce de antemano la reacción que tendremos. Su propósito es
fortalecer nuestra fe por medio de esa dificultad. Desea que comprendamos que
cada dificultad es una oportunidad para crecer espiritualmente y aumentar nuestra
confianza en Él.
¿Tiene derecho de preguntar al Señor por qué ha venido
alguna prueba a su vida?
Esa es una pregunta normal. Aunque nuestro
enfoque debe estar puesto en la manera en la que Dios desea que respondamos, se
nos ha dado la libertad de preguntarle por qué ha permitido que algo malo llegue
a nuestra vida.
Sin embargo, Dios no tiene
ninguna obligación de responder nuestra pregunta. Sus caminos y pensamientos
son más altos que los nuestros, y no siempre los comparte con sus hijos. Pero
si nos da la oportunidad de usar el sufrimiento para nuestro crecimiento
espiritual. Es nuestra respuesta ante la prueba la que determina si nos
beneficiaremos de esa situación, o si sufriremos en vano.
Pero en ocasiones el Señor
contestará nuestra pregunta. Cuando Pablo le pidió a Dios que removiera
el aguijón que tenía en su cuerpo, el Señor le dijo que ese sufrimiento tenía
el propósito de evitar que se exaltara a sí mismo (2 Corintios 12.7). Fue al
escuchar esa respuesta que Pablo pudo regocijarse, pues confiaba en Dios y
reconoció que le protegía de su orgullo, mientras le enseñaba a depender de su
poder divino.
¿Cómo debemos responder ante el sufrimiento cuando no
entendemos la razón del mismo?
Debemos recordar que somos hijos
de Dios, y que en todo momento cuida de nosotros. Puede que no comprendamos su plan, pero el Señor conoce cada detalle
de nuestra vida y tiene un plan específico para nosotros.
Debemos recordar que
Dios está siempre con nosotros. Aunque no podamos sentir su
presencia, el Señor nunca nos dejará, ni abandonará (Hebreos 13.5).
Debemos reconocer que
Dios tiene un propósito con todo lo que permite que nos ocurra. Lo
que ha sucedido no es un accidente, sino una parte vital del plan de Dios.
Debemos agradecer a
Dios en medio de la dificultad. La voluntad del Señor es que
sus hijos le agradezcan en todo momento (1 Tesalonicenses 5.18). Si tenemos un corazón
receptivo, nos mostrará las muchas bendiciones por las que debemos sentir
agradecimiento.
Debemos recordar
Romanos 8.28. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
Debemos recordar la
promesa que el Señor nos da en 1 Pedro 5.10. “Más el Dios de toda
gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis
padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca”.
REFLEXIÓN
Para reflexionar
¿Por qué nos resulta tan
difícil dejar a un lado el deseo de conocer la razón de nuestro sufrimiento? ¿Será
que ese deseo es una evidencia de nuestra falta de fe en Dios?
La reacción correcta ante
las pruebas consiste en enfocar nuestros pensamientos en el Señor. ¿Es esa la
manera en la que usted reacciona ante las dificultades? De ser así, ¿qué
beneficios ha recibido al hacerlo? De no ser así, ¿qué es lo que le impide poner
su mirada en el Señor? ¿Qué debe hacer para dirigir sus pensamientos hacia Él?
¿Qué pasajes bíblicos debe atesorar para
cuando el dolor y la adversidad lleguen a su vida?
¡Dios
te bendiga!
Por Charles Stanley