martes, 17 de mayo de 2016

Paz en medio de la tormenta



Una joven le contaba a su abuela que todo iba mal: la escuela, problemas con la familia y enfermedades. Entretanto, su abuela preparaba la masa para un bizcochuelo. Después de escucharla, ella le preguntó:
—¿Quieres merendar?
—¡Claro que sí!, —respondió la joven.
—Toma, aquí tienes un poco de aceite de cocina —le dijo la abuela mientras le entregaba la botella.



—Ajh….
—¿Qué te parece un par de huevos crudos? —volvió a preguntarle.
—¡ARRR, abuela!
—¿Entonces prefieres un poco de harina de trigo, o tal un vez poco de levadura?

—Abuela ¿Te volviste loca? ¡Todo eso es horrible!
Entonces la abuela respondió:
—Sí, todas esas cosas parecen horribles, si las ves cada una en forma individual. Pero si las pones juntas en la forma adecuada, hacen una maravillosa y deliciosa torta.


Dios trabaja de la misma forma. Muchas veces nos preguntamos por qué permite que las tormentas de la vida nos golpeen. Pero Dios sabe que cuando esas cosas toman el orden divino, todo obra para bien.
A lo largo de la vida solemos transitar diferentes tipos de tormentas: familiares, económicas, físicas. Cada una de ellas es la oportunidad de crecer o de ahogarnos. En medio de la tempestad, cuando nadie nos ve, nuestra reacción será el secreto de cuánto aprendimos en la vida. La tormenta se encargará de las enseñanzas y a través de ella revelaremos quiénes somos. Nuestra madurez será manifiesta por medio de la forma en cómo reaccionamos, ya que ella tiene la capacidad de desarrollar en nosotros, experiencia, paciencia, tenacidad y fe. Si no quiero pasar por la tormenta, nunca sabrá cuán maduro está.
Hay quienes pretenden detener todas las tormentas por la fe, pero muchas veces ellas son necesarias para crecer, ya que podemos hacer de cada tormenta una escuela de aprendizaje.
El vendaval es una oportunidad para conocer la presencia de Dios y verlo como nunca antes lo habíamos visto. Allí, en medio de la tempestad, cuando todo parece derrumbarse, la presencia de Dios se hace presente, y todos los temores desaparecen. Es entonces cuando firmemente confirmamos lo que Dios nos dice: «Ten coraje en medio de la tormenta, no por las circunstancias sino porque YO ESTOY CONTIGO».
Si estás atravesando una fuerte tormenta que se abate contra tu vida, esta es la oportunidad de entrar a una nueva dimensión de fe y esperanza. No permitas que el temor paralice tu vida. Descubre en medio de la turbulencia, la paz de aquel que te sostendrá de su mano y te guiará a un lugar seguro.
“No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios.   Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10

¡Dios te bendiga!