Hay veces que estamos como Jacob,
huyendo de Labán su suegro y de sus cuñados y atemorizado porque delante está
su hermano Esaú con un ejército esperando. Es como si estuviésemos entre la
espada y la pared. Pareciera como si no hubiera salida. Si avanzo me atacan, si
retrocedo también. Son momentos que nadie quisiera vivir. En instantes como
esos sencillamente no sabes que hacer. Jacob estaba tan desesperado, que a
pesar de andar con su gran familia, se sentía muy solo, triste y abatido.
Génesis 32: 7-12
Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía
consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. Y dijo: Si viene Esaú contra un
campamento y lo ataca, el otro campamento escapará. Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios
de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu
parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda
la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán,
y ahora estoy sobre dos campamentos. Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de
la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los
hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena
del mar, que no se puede contar por la multitud.
Luego de esto sucedió algo
extraordinario en la vida de Jacob, estando sólo, luchó con el Ángel de Jehová
y venció.
Genesis 32: 24-31
Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y
cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su
muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo:
Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me
bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el
varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;[b] porque has
luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó,
y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas
por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar,
Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando
había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.
Después de ese momento la vida de este
hombre cambió. De ser llamado Jacob, que significa el engañador; pasó a
llamarse Israel, el que lucha con Dios; llamó además aquel lugar Peniel, que
significa el rostro de Dios. Allí, en medio de sus luchas y batallas, Jacob al
estar cara a cara con Dios sintió paz y que su alma era librada.
Al igual que a Jacob, el hecho de tener
un encuentro personal con Dios en medio de nuestras tribulaciones y
dificultades trae paz al alma y alivio a nuestros corazones. Pero, así como a
Jacob le fue cambiado el nombre por Israel, y descoyuntada su cadera; Dios
tiene que obrar en nosotros para cambiar nuestra estructura, para que desde el
fondo de nuestra alma, vengan esos cambios profundos que nos harán nuevas
criaturas. Comienza por cambiarnos el nombre, en vez del pecador, de ladrón, de
chismosa, de mala paga, de adúltero, de asesino, somos llamados
siervos y siervas de Dios.
También el Señor transforma nuestro carácter a través de
su Espíritu Santo. Al altivo Jacob, lo puso a cojear. A
nosotros no nos pone a cojear pero si nos transforma de adentro hacia afuera, y
el fruto del Espíritu comienza a ser una realidad en nuestras vidas. Nos
convertimos en seres humanos más amables, bondadosos, amorosos, con
mansedumbre, gozo, dominio propio, entre otras cosas que la gente comienza a
decir: Es la misma persona, pero es diferente. Claro que sí, porque Dios en su
infinita bondad y gracia nos hace diferentes.
Si como Jacob te encuentras en
dificultades y no sabes cómo seguir avanzando porque tienes temor a lo que te
depara el futuro, si has estado luchando y no encuentras ninguna salida, es
hora de que no luches más y vengas a Cristo. Porque su “Cristomicina” es capaz
de sanar las heridas de tu alma y de tu corazón y llevarte a ser una nueva
criatura que dé frutos dignos de arrepentimiento.
También puedes leer: El lado positivo de la incompetencia
y también: Cuando no entendemos el por qué
También puedes leer: El lado positivo de la incompetencia
y también: Cuando no entendemos el por qué
¡Que Dios te
bendiga y te guarde en este maravilloso día que él ha creado para nuestro
deleite!
Fuente: Juan Julio Báez