En
la primera parte de este artículo estuvimos hablando acerca de lo que significa la sumisión
de la esposa hacia su marido. Vimos que lejos de ser algo negativo se trata de
una actitud que trae bendición al matrimonio y a la familia por estar en
obediencia ante el Señor. Es en este sentido que seguiremos desarrollando el
rol de la mujer conforme a las Escrituras para que podamos comprender el
perfecto plan de Dios para el matrimonio y la razón por la que el enemigo se ha
levantado contra éste para destruirlo.
¿Cómo fue
al principio?
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el
hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la
tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para
que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales
vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los
cielos y a todo ganado del campo; más para Adán no se halló ayuda idónea para
él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la
costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.
En
el proceso de dar nombres a los animales, Adán notaría que existían
ambos sexos. Cada uno tenía su pareja del otro sexo, similar pero diferente.
Esto preparó a Adán para la llegada de una ayuda idónea semejante a él. Su
esposa fue formada de una de sus costillas y tomada de su costado mientras
dormía. La mujer fue tomada, no de la cabeza de Adán para dominarlo, ni del pie
para ser despreciada, sino de debajo de su brazo para ser protegida y cerca del
corazón para ser amada.
Observemos
que la primera vez que Dios hace alusión a quien sería la acompañante de Adán,
Él dice: “le haré ayuda idónea para él”.
La preposición “para” indica finalidad, expresa destino o destinatario. No hay dudas de que Dios creó a Eva para Adán. Por eso es que la lleva a él porque procede de él, y la toma de él para que sea suya.
La
palabra hebrea Aizer de donde
obtenemos las palabras ayuda idónea, significa sencillamente, “uno que ayuda”.
Una
vez creada por Dios, Él “la trajo al hombre”; y luego el
último versículo dice “porque del varón fue tomada.”
“Porque el varón no procede de la mujer, sino
la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino
la mujer por causa del varón”.
La
mujer fue creada para que fuera compañera del hombre y una ayuda para él, ella
debía compartir su responsabilidad y cooperar con él en el cumplimiento del
propósito de Dios para su vida y su familia. Como el hombre solo no iba a poder
con tanto trabajo Dios se ocupó de proveerle a alguien que estuviera equipada
para ayudarlo.
Luego
de la caída Dios dio su veredicto a cada uno de los responsables, pues como bien
sabemos, todo pecado trae sus consecuencias.
“A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera
los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será
para tu marido, y él se enseñoreará de ti”.
Es
importante comprender que la posición de la esposa bajo su marido es donde Dios
la puso para su propia seguridad espiritual, emocional y física. Es la única
posición en la que una esposa encontrará su verdadera realización como mujer.
El engaño
del enemigo
Recuerdo
que cuando estaba por graduarme de la escuela secundaria mi mayor sueño era ser
médica para ir a las misiones. Siempre me imaginaba sola, haciendo lo que yo
creía era el plan de Dios para mi vida. Decía que prefería quedarme soltera
porque consideraba que una familia estorbaría un mayor alcance en la obra
misionera.
Inconscientemente
y desde hacía un tiempo había comenzado a pensar que no quería ser sólo esposa
y madre, que podía ser mucho más que eso superándome como mujer, haciendo lo
que yo deseara. Después de todo ¿Qué podía estar mal si lo que quería era
servir a Dios con toda mi vida? Sin embargo, tuvieron que pasar algunos años
para darme cuenta que esa no era la voluntad del Señor para mí. Fue entonces
que a la luz de la Palabra comencé a comprender el verdadero papel que la mujer
debe cumplir según el designio divino.
Al
mismo tiempo pude ver cómo el enemigo se encargó de envenenar nuestras mentes
con argumentos modernos y humanistas disfrazados de derechos de igualdad cuando
en realidad eso está muy alejado de la verdad. Por años hemos sido bombardeadas
con pensamientos engañosos que nos hicieron creer que ser la mujer que Dios nos
creó para ser es, demasiado poco comparado con lo que podemos ser para el mundo.
Ver
a mujeres infelices dentro de sus casas resignándose a las tareas domésticas y
al cuidado de sus familias contribuyó a que el concepto erróneo de mujer
esclava de su esposo e hijos se reafirmara en nuestras mentes. Horrorizadas por
ese estilo de vida (que siempre son los peores ejemplos) muchas nos
“refugiamos” en la idea de “ser alguien” para no pasar desapercibidas, lograr
nuestras metas y evitar todo tipo de situaciones indeseables.
Pero
¿Sabes qué? Dios no está impresionado por nuestros dones, títulos o nuestras
fortalezas. Él está impresionado por nuestra disposición a valorar y sujetarnos
a Su programa, al conformarnos a las necesidades de nuestro esposo. Dios llama
a las mujeres casadas, ayudas idóneas. Dios nunca llamó a un hombre para que
sea ayuda idónea de su mujer. Esta no es una calle de doble sentido. Dios nos
manda a nosotras las esposas a sujetarnos, a obedecer y a reverenciar a
nuestros maridos, ya sea que Él los haya puesto a nuestro lado o que los
hayamos escogido por nuestra cuenta.
Vivir
egoístamente nos podrá traer una felicidad temporal, pero llega un momento dado
en el que nos sentiremos completamente vacías, lo más probable es que incluso
nos cuestionemos sobre nuestra razón de ser pues no hallamos nada que nos
satisfaga. Y es ahí donde el plan de Dios aparece como la respuesta que
necesitamos para centrarnos en lo que verdaderamente importa. Es en este
momento en el que es sumamente necesario que cambiemos de enfoque pasando del
terrenal al eterno.
Y
si te preguntas en qué puede tener valor eterno que una mujer sea esposa y
madre, déjame decirte que por el simple y, a la vez, grandioso hecho de que el
Creador lo haya planeado así. Eso es más que suficiente para que lo aceptemos y
lo tomemos para nuestras vidas. El saber que tenemos un Dios bueno y fiel nos da
la pauta de que es totalmente incapaz de planear algo para nuestro mal, sobre
todo, luego de haber dado a su único Hijo para que seamos reconciliados con Él
¿Cómo podríamos resistirnos a algo que planeó para nuestro propio bien?
¿Acaso
crees que ser la ayuda idónea del hombre que está o estará a tu lado es poca
cosa? ¿Qué permanecer allí aún cuando las cosas no marchen de maravilla es una
tarea que no requiere de los frutos del Espíritu? ¿Que traer vida al mundo para
luego poder instruir a tus hijos en la verdad no tiene valor eterno? ¿Piensas
que construir una familia con bases sólidas cimentadas en el amor de Dios es
algo que hace cualquiera? Permanecer en El camino cuando vives en una sociedad
corrompida en la que todo a tu alrededor se derrumba no es una tarea para cualquier mujer.
La
rebelión contra Dios
Las
mujeres que no aceptan el designio divino para sus vidas se revelan a su
perfecto plan para ellas, acarreando condenación para sí mismas pues cometen
una grave ofensa ante Dios.
Una
vez en Cristo debemos deshacernos de todo engaño que el enemigo nos sembró,
arrepentirnos y estar dispuestas a ser lo que Dios nos llamó a ser desde un
principio.
Así
como la serpiente engañó a Eva diciéndole que no iba a morir, el enemigo quiere
que pienses que nada malo va a pasarte si decides seguir con tu vida como hasta
ahora, gastándola en tus sueños y deleites. Pero déjame decirte que sólo te
estarás engañando a ti misma porque tarde o temprano terminarás reconociendo
que tomaste el camino equivocado.
“Porque como pecado de adivinación es la
rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la
palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.
Si
nos aferramos a nuestros propios planes estamos siendo rebeldes y obstinadas
ante Dios y esos pecados se comparan, nada más y nada menos, que con los de
adivinación e idolatría, pues estaríamos anteponiendo nuestros sueños a los de
Él. Y al priorizar seguir con nuestras vidas como si las tuviésemos compradas
estamos olvidando quién fue que nos la dio (y por ende quien también nos la
puede quitar). Pero no sólo estaríamos siendo desagradecidas, sino repudiables
por Dios.
Por
eso, hoy te invito a meditar en qué clase de mujer quieres ser por el resto de
tu vida, si aquella que nada más sigue
gastando sus años para sí, sin motivo alguno, o si aquella que somete su
vida a Cristo aceptando que eso incluye ser sumisa a su esposo.
Recuerda
que hacer lo que a Dios le agrada nos protege de todo ataque del enemigo, puesto
que estando en el centro de su perfecta voluntad nada nos podrá derribar.
Por: Pamela Hoyos
¡Dios te bendiga!
Si
no has leído la primera parte de este artículo te recomendamos a que lo hagas
para tener una idea más completa del tema desarrollado: Lo que toda mujer debe saber acerca de la sumisión 1ra. Parte