martes, 27 de mayo de 2014

Descansa y confía en Dios



He caminado bastante, he observado a cada persona que mis ojos han encontrado y he visto en la mayoría de ellos un desasosiego; cada quien solo busca complacerse así mismo. Todos buscan saciar sus metas superficiales sin darse cuenta del estado cíclico en que viven. “Todo es vanidad” dice El Predicador (Eclesiastés 1:2) hay quienes se afanan por los estudios académicos, para que al término de estos poder conseguir un buen trabajo a fin de ganar una buena cantidad de dinero que a su vez nos “ayudará” a vivir cómodos y/o al menos bien. Quienes no estudian procuran trabajar como animales para, de igual modo, ganar una buena cantidad de dinero… en fin; todo es lo mismo. El mismo objetivo buscado de diferentes maneras, DINERO Y COMODIDAD. En esto se resume la vida del 95% de la población mundial.


Todo el que piense diferente a esto, sencillamente se dice que va en contra de la corriente, que no tiene ambiciones, que no tiene propósitos, que no busca superación… es una tendencia a ser igual a los demás.

Buscar a Dios y confiar en él es para muchos tan solo una formalidad, no un estilo de vida. Es como si fuera “parte” de los requisitos para verse bien ante la sociedad. ¿En qué momento nos convertimos en esto? ¿Cuál fue el punto de partida? ¿Cuándo introdujimos esta tendencia en nuestras vidas? Descansar en Dios y confiar en él ¿es esto tan difícil?

Descanso es sinónimo de reposo, calma, tranquilidad. Es ver que el mar de nuestra vida está agitado con fuertes olas motivadas por vientos impetuosos; y en medio de esa escena estar tranquilos. Así estaba Jesús en medio de la tempestad (Marcos 4:37-38). Y es aquí donde se demuestra la confianza; no es que te descuides ante los problemas, no es que ignores tus responsabilidades; es que confíes en que Dios hará algo en tu favor, ya sea a través del poder depositado en ti (Marcos 4:39-40) o por cualquier otro medio.

Mientras descansas estás quieto en un lugar; no estás saltando o revoloteándote en el piso, no estás agitado. Estás quieto, estático. Y es entonces cuando recibes paz, tus músculos se relajan, tu mente se organiza. Es como vivir abrigado.

Un abrigo es algo que te protege, que te refugia, que te mantiene cálido ante el frio congelante, es como una guarida y sólo si te mantienes en esa guarida estarás a salvo del clima invernal. Esa es la invitación con promesa que nuestro Dios Padre nos hace (Salmo 91:1) VIVIR refugiados en Él para estar bajo su sombra, bajo su protección de manera continua. Note que no nos dice “al que visita”, sino al que HABITA. Habitar es quedarse quieto en un lugar, es establecerse. Solo así estaremos bajo su sombra, bajo su continuo cuidado. Al estar bajo su sombra descansamos en Él.

Tal vez te preguntes: si estoy bajo el cuidado de Dios ¿jamás tendré problemas?, ¿no llegarán procesos a mi vida? ¿Viviré con una eterna sonrisa en mi rostro? Las respuestas a estas preguntas son: SI tendrás problemas, SI llegarán procesos a tu vida, NO, no vivirás con una eterna sonrisa en tu rostro. Piensa un momento en un padre, tienen a sus hijos bajo su cuidado y éstos aun así tienen problemas y necesidades; pero con la particularidad y la confianza de que su padre le va a solucionar aquello que le hace falta.

Analicemos brevemente el Salmo 91 verso 15: “Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré”.

Me invocará. Invocar es sinónimo de solicitar. Cuando solicitemos su ayuda Dios nos responderá.

Con él estaré yo en la angustia. Note que no nos dice que no nos angustiaremos, sino que estará junto a nosotros en medio de la angustia o tribulación.

Lo libraré. No solo estará con nosotros en medio de la desesperación o aflicción, sino que nos librará de ella.

Le glorificaré. Dios nos exaltará o sea nos levantará.

Cuando descansamos en Dios, al sobrevenirnos una dificultad; si solicitamos su ayuda (NOTE. Una acción de parte de nosotros provoca TRES acciones de parte de Él, como perfecta es la trinidad) 1. Está con nosotros en medio de la dificultad, 2. Nos libra de ella y 3. Nos exalta.

¿No es Maravilloso nuestro Dios? ¿Tenemos esta garantía fuera de Él?

Son importantes los deseos de superación, es bueno tener ambiciones positivas, es orientador tener un propósito en la vida. Pero todo esto puede ser dañino y tremendamente perjudicial si nos aleja, aunque sea por un minuto de nuestro refugio, del abrigo del Altísimo, pues solo bajo su sombra estaremos protegidos. NO debemos descuidarnos, tenemos un adversario que nos acecha con malas intenciones (1 Pedro 5:8) y la garantía de seguridad de nuestro Dios y Padre celestial Jehová tiene una cláusula, una condición “habitar al abrigo del Altísimo”, “descansar y confiar en Él”.

Al descansar en Dios podremos decir como el gran rey David en el Salmo 91 verso 2: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré”

A ti que estás leyendo o escuchando a alguien leer este devocional, si estudias o trabajas, o si haces ambas cosas a la vez, no es casualidad que esta información llegara a ti en este momento. Te dedico este último Salmo como un sabio consejo a seguir.

“Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”

“Dios les bendiga”

Escrito por: Jorge Ogando