domingo, 18 de mayo de 2014

Dios merece nuestra alabanza


Todos estamos atravesando algún proceso, alguna dificultad, TODOS. Tal vez tu problema sea económico, quizás tienes una gran deuda que no sabes cómo la vas a pagar; tal vez sea un problema de salud que por más que has orado no ves ningún cambio. Probablemente sea un problema familiar, con tu pareja, con tus padres, con tus hermanos o con tus hijos, no sé.


No importa tu edad, no importa si eres hombre o mujer, no importa tu clase social; sé que estás en una de las categorías mencionadas arriba, o incluso en varias de ellas, o en otras más.

Los procesos hacen que nos preocupemos, nos roban la paz, nos Borran las sonrisas; y aunque tenemos un ejército de personas que nos hablan de cómo afrontarlos, no es lo mismo decirlo que vivirlo; pues éstos no son como una vestimenta que nos ponemos y nos quitamos cuando queremos, éstos se instalan en nuestra mente y en la quietud del silencio, cuando ya se han callado los consejeros nos recuerdan que están allí.

Y es que ¿cómo le decimos a quienes le debemos, mientras los intereses crecen, que Dios proveerá?; ¿cómo le decimos a la enfermedad, mientras esta avanza, que Dios sanará?; ¿cómo le decimos a las dificultades familiares, mientras empeoran día a día, que Dios tiene el control?

Sencillamente no podemos, no podemos decirlo y empezar a sentir paz con sólo decirlo. Lo único que podemos hacer es ALABAR A DIOS en medio de esas dificultades. No es fácil lo sé; hay momentos que un nudo se forma en nuestra garganta, a veces por el enfado de sentirnos impotentes o porque no vemos la mano de Dios obrar en ese problema. ¡¡¡Vamos!!! seamos realistas (eso no nos quitará la santidad) hay momentos en los que pensamos que Dios no nos está viendo o que estamos haciendo algo mal; y de igual modo nos enfadamos con Dios y no queremos alabarle.

Pero hoy te digo que aún en ese momento Dios merece nuestra alabanza; la merece porque podríamos estar peor. Aún en medio de las aflicciones Dios está con nosotros ¿cómo lo sé? Él mismo lo dice: “Con él estaré yo en la angustia…” Salmos 91:15b.

Por eso Dios quiere que lo alabemos, y esto Él también lo dice en ese mismo salmo: “Me invocará, y yo le responderé...” Salmos 91:15a.

Y muy importante es con lo que cierra ese mismo salmo: “... Lo libraré y le glorificaré”. Salmos 91:15c. Es una promesa que Dios nos hace.

No importa por lo que estés pasando, no importa que te sientas impotente, no importa si estás molesto/a con Dios, si estás molesto/a con el mundo que te rodea, si estás molesto/a contigo mismo/a. Alaba a Jehová. Escribe en las paredes de tu corazón estas palabras:

Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre. Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él. Salmos 34:1-8

Yo no sé si esto te sirva de algo, sólo te puedo decir que a mí me ha dado alivio y de alguna manera Dios me ha ido librando. Yo no te prometo nada; después de todo no fui yo quien escribió el Salmo 91:15, fue David o Moisés, no se sabe con certeza, lo que sí sé es que fue Dios mismo quien lo inspiró a escribirlo. Aquí es Dios quien está prometiendo y Él cumple sus promesas. ¿Cómo lo sé? Porque Él mismo lo dice: “Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta”.1 Samuel 15:29

¡Dios te bendiga y te libre de tus aflicciones!