El pasado 1ro de enero del año en curso, asistí a
un evento que es ya una tradición dentro del pueblo evangélico cristiano de la
República Dominicana, la Concentración Evangélica Nacional. Una actividad donde
más de 60 mil personas, de todas las edades y de todas las regiones del país,
asisten el día 1ro de enero de cada año como primicias de nuestra adoración al
Señor. El plato principal de esta actividad es la predicación de la palabra de
Dios, por lo que muy rara vez se anuncian los artistas invitados a cantar en el
evento, sin importar qué tan reconocidos sean dentro del pueblo de Dios.
La actividad inicia oficialmente a las dos de la tarde. El lugar donde
se celebra dicha actividad es un estadio abierto, sólo una parte de sus áreas
queda protegida del sol durante la tarde, por lo que ya es común la consigna:
“Con agua o con sol alabaremos al Señor”. El detalle es que SIEMPRE hace mucho
sol y SIEMPRE llueve ese día. Así que los asistentes siempre van preparados
para lo que suceda.
Tenía días planeando mi asistencia al evento. Así que, como todo el mundo, acudí varias veces a la lógica: levantarme temprano para irme lo más temprano que pueda a fin de encontrar asientos vacíos del lado donde hay sombra y no tener que aguantar tanto sol durante todo el día.
Así lo hice, llegué temprano en la mañana. Lo que no calculé en mi “perfecto” plan era que, aunque uno llegue bien temprano, hay un horario para abrir las puertas de acceso al estadio. De manera que allí empezó mi odisea.
Tenía días planeando mi asistencia al evento. Así que, como todo el mundo, acudí varias veces a la lógica: levantarme temprano para irme lo más temprano que pueda a fin de encontrar asientos vacíos del lado donde hay sombra y no tener que aguantar tanto sol durante todo el día.
Así lo hice, llegué temprano en la mañana. Lo que no calculé en mi “perfecto” plan era que, aunque uno llegue bien temprano, hay un horario para abrir las puertas de acceso al estadio. De manera que allí empezó mi odisea.
Horas de pie en una de las entradas, rodeado de cientos de personas, con
el calor aumentando cada vez más, la gente quejándose y empujando, una chica se
desmayó justo detrás de mí, y a la hora de abrir la puerta ¡taráaaann! ¡NO
APARECE LA LLAVE! Los encargados de controlar el acceso de esa puerta nos piden
que despejemos el lugar y que entremos por una de las otras entradas
disponibles. Ya se deben imaginar las reacciones de todos los que desde
temprano estábamos esperando de pie en esa entrada.
¡Ya basta! – Pensé dentro de mí – Mejor me iré a mi casa y lo veré por televisión.
Mis planes se arruinaron. Así que me dispuse a irme, algo molesto; pero mientras caminaba hacia una de las salidas pensé en darle una vuelta al complejo a ver si me encontraba con algunos de mis amigos, que hace más de un año no veía, para poder saludarlos y así mi viaje no sería en vano por completo. A partir de ahí comenzaron a desarrollarse los planes de Dios sin que yo lo supiera.
Me encontré con muchas personas a las que amo y me aman; hablamos, nos reímos, recibí abrazos y expresiones de cariño y hasta palabras de bendición para mi vida. Conocí en persona a varios que sólo había conocido por las redes sociales, en fin, pasé un día muy bendecido y muy agradecido. De haberse cumplido mis planes NO habría disfrutado de todo eso, ya que mis amigos no estaban en el área cómoda (donde había planeado estar), allí sólo habían desconocidos. Luego, al finalizar la actividad, me enteré de que en esa área pasaron ciertas situaciones con algunos visitantes, que desagradaron a muchos.
El enfoque que quiero resaltar de este breve testimonio es la diferencia entre mis planes y los de Dios. Mientras que yo calculé todo perfectamente desde mi lógica, de haberse dado según mis planes, no habría disfrutado de ese día de la manera como lo disfruté. Al SALIRME de lo que yo pensé que era lo mejor, fue cuando realmente empezó a suceder lo mejor de ese día.
Mi enfado se fue y accedí a la auto invitación de recorrer el lugar en busca de personas conocidas y mi mal humor se convirtió en agradecimiento.
Ahora quiero preguntarte ¿Será que está pasando así en tu vida?, ¿Estás anteponiendo tus planes a los planes de Dios?, ¿Todo te está saliendo mal y aún así insistes es seguir forzando con el mismo método?
Creo que es importante que nos preguntemos si nos estamos dejando guiar por el Espíritu Santo de Dios. A veces estamos tratando de abrir una puerta que no abre y nos sentimos molestos, sin antes analizar si Dios lo está permitiendo para bendecirnos de otra manera y a través de otras puertas.
Amado amigo o hermano que me lees, Si bien es cierto que Dios tiene planes para nosotros, también es cierto que Él no nos obligará a que caminemos por esos planes; nuestro amado Dios usa muchos métodos para hablarnos y darnos indicaciones, métodos que ignoramos por ser obsesionados o porque nos gusta que sea a nuestro modo, según nuestra lógica.
Muchas de las cosas negativas que Dios permite en nuestras vidas son con la idea de que cambiemos de rumbo, de que entendamos que ese no es el camino. Y al meditar sobre ello, al estar dispuestos a movernos de lugar o de accionar, será cuando nuestros ojos podrán ver el camino que Dios tiene trazado de antemano. Debemos recordar siempre que los planes de Dios son mejores que los nuestros y que Él, nuestro salvador, sólo tiene planes de bien para nosotros. Así nos dice el Espíritu a través de Jeremías:
¡Ya basta! – Pensé dentro de mí – Mejor me iré a mi casa y lo veré por televisión.
Mis planes se arruinaron. Así que me dispuse a irme, algo molesto; pero mientras caminaba hacia una de las salidas pensé en darle una vuelta al complejo a ver si me encontraba con algunos de mis amigos, que hace más de un año no veía, para poder saludarlos y así mi viaje no sería en vano por completo. A partir de ahí comenzaron a desarrollarse los planes de Dios sin que yo lo supiera.
Me encontré con muchas personas a las que amo y me aman; hablamos, nos reímos, recibí abrazos y expresiones de cariño y hasta palabras de bendición para mi vida. Conocí en persona a varios que sólo había conocido por las redes sociales, en fin, pasé un día muy bendecido y muy agradecido. De haberse cumplido mis planes NO habría disfrutado de todo eso, ya que mis amigos no estaban en el área cómoda (donde había planeado estar), allí sólo habían desconocidos. Luego, al finalizar la actividad, me enteré de que en esa área pasaron ciertas situaciones con algunos visitantes, que desagradaron a muchos.
El enfoque que quiero resaltar de este breve testimonio es la diferencia entre mis planes y los de Dios. Mientras que yo calculé todo perfectamente desde mi lógica, de haberse dado según mis planes, no habría disfrutado de ese día de la manera como lo disfruté. Al SALIRME de lo que yo pensé que era lo mejor, fue cuando realmente empezó a suceder lo mejor de ese día.
Mi enfado se fue y accedí a la auto invitación de recorrer el lugar en busca de personas conocidas y mi mal humor se convirtió en agradecimiento.
Ahora quiero preguntarte ¿Será que está pasando así en tu vida?, ¿Estás anteponiendo tus planes a los planes de Dios?, ¿Todo te está saliendo mal y aún así insistes es seguir forzando con el mismo método?
Creo que es importante que nos preguntemos si nos estamos dejando guiar por el Espíritu Santo de Dios. A veces estamos tratando de abrir una puerta que no abre y nos sentimos molestos, sin antes analizar si Dios lo está permitiendo para bendecirnos de otra manera y a través de otras puertas.
Amado amigo o hermano que me lees, Si bien es cierto que Dios tiene planes para nosotros, también es cierto que Él no nos obligará a que caminemos por esos planes; nuestro amado Dios usa muchos métodos para hablarnos y darnos indicaciones, métodos que ignoramos por ser obsesionados o porque nos gusta que sea a nuestro modo, según nuestra lógica.
Muchas de las cosas negativas que Dios permite en nuestras vidas son con la idea de que cambiemos de rumbo, de que entendamos que ese no es el camino. Y al meditar sobre ello, al estar dispuestos a movernos de lugar o de accionar, será cuando nuestros ojos podrán ver el camino que Dios tiene trazado de antemano. Debemos recordar siempre que los planes de Dios son mejores que los nuestros y que Él, nuestro salvador, sólo tiene planes de bien para nosotros. Así nos dice el Espíritu a través de Jeremías:
“Porque Yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para
daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11
Amado lector ¡confía en Dios! Detente un momento y procura entender las
señales que Él te ha estado dando para dirigir tu vida. Si todo te está
saliendo mal es posible que sea porque de la manera que lo estás haciendo no es
la más conveniente para ti. Te regalo este último texto:
“Encomienda a
Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”.
Salmo 37:5
Salmo 37:5
¡Dios te bendiga!