domingo, 6 de septiembre de 2015

Esclavos por amor


Hoy día no entendemos mucho sobre la esclavitud pues ya ha sido abolida en la gran mayoría de los países, pero tenemos que saber que cuando una persona era comprada para servir como esclavo, quedaba a merced de la voluntad del dueño. Este perdía todos sus derechos personales. A partir de allí debía vivir haciendo lo que se le ordenaba. Por ejemplo: Si un dueño injusto, lo despertaba a las tres de la mañana para que el esclavo fuese a regar las plantas bajo la lluvia porque el dueño tenía ganas, el esclavo tenía que hacerlo. Si se negaba quedaba expuesto al castigo y aún a la muerte.


La esclavitud espiritual que el creyente tiene con Dios no tiene nada que ver con la esclavitud natural. La esclavitud espiritual entre el creyente y Dios no es por obligación, forzada ni por temor sino por amor. Fuimos comprados por Dios a gran precio, por la sangre de Jesucristo como una muestra del gran amor de Dios por nosotros (Juan 3:16). Ese amor que hemos recibido es tan intenso que lo mínimo que podemos hacer por El, a manera de agradecimiento, es consagrarle nuestra vida en santa esclavitud, que significa obedecerle en todo tiempo y servirle bajo cualquier circunstancia.

Los primeros creyentes se consideraban a si mismo esclavos de Jesucristo. Para nosotros es un término muy fuerte pero creo que es necesario considerarlo con los siguientes pasajes por un instante:

“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” Romanos 6:16. Aquí el pasaje nos dice que somos esclavos de Dios si lo obedecemos.

“Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.” 1 Corintios 7:23

Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. 1 Corintios 7:22

El concepto de esclavitud espiritual por amor al Señor por cierto no es lo mismo que vivir esclavizados por tener una vida carnal o por tener áreas donde el enemigo las controla. La esclavitud espiritual es el subproducto del amor a Dios hacia nosotros y nuestra devolución como gratitud. Ese amor que nos cautiva, produce una ligadura, una atadura santa, una esclavitud donde Jesucristo es el Señor y nosotros sus esclavos. Es allí donde el Cristiano experimenta la verdadera libertad en el Espíritu y puede encausarse en el propósito de Dios.

Un creyente que se ha armado el pensamiento de que ya su vida no le pertenece y que es un esclavo espiritual por amor, siempre estará disponible, tenga un día glorioso o uno muy malo, tenga o no tenga ganas. Este cristiano siempre estará entre los disponibles, que en definitiva es la característica de los que son poderosamente utilizados por Dios.

Aunque nadie en su entendimiento humano desea que le llamen esclavo, nosotros no debemos avergonzarnos de ser esclavos de nuestro Señor Jesucristo.


¡Dios te bendiga!