Muchas
veces en nuestro diario vivir sentimos que nuestro día está gris, lleno de
nieblas, como un bosque donde la vegetación es espesa y a veces perdemos el
rumbo de tal manera que no sabemos con certeza si vamos avanzando o
retrocediendo, de hecho, a veces sentimos que pasamos por el mismo lugar como
si estamos dando vueltas en círculo. El camino se nos hace angosto y por
momentos perdemos de vista el sendero que tan claramente se veía al principio.
A ti que estás
en esta situación quiero hacer algo más que animarte; quiero que allí donde
estás te tomes por lo menos 30 segundos, cierra tus ojos, limpia tu mente de
todo pensamiento, respira profundamente y descansa. ¡Vamos, deja de leer y
hazlo ahora mismo!
… ... ...
Si ya lo
hiciste espero que te sientas un poco mejor. Esto NO es una fórmula mágica, sé
que eso que te preocupa aún está ahí; lo que quiero es que entiendas que
necesitas descansar, necesitas hacer el ejercicio que acabas de hacer por más
tiempo y con mayor frecuencia, de esa forma tu mente estará más lúcida y podrás
tomar mejores decisiones. Eso es lo que hacen las personas cuando están en el
bosque; al momento de perder el rumbo se sientan, descansan y luego retoman el
camino (y de paso aprecian lo que está a su alrededor).
En el Salmo 23
verso 4, el entonces joven David expresaba confianza en Dios porque sabía que
aún en el peligro la presencia de Dios estaba con él y la vara y el cayado de
Dios le infundían el aliento que necesitaba (verso 4b) y también sabía que
sería guiado por sendas de justicia (verso 3b).
Así que ten
ánimo y prosigue la meta. De la manera como leíste esta reflexión hasta el
final también sé que llegarás al final de tu propósito en la vida. ¿Quieres
saber por qué lo sé? porque “estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena
obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día
que Cristo Jesús vuelva” (Filipenses 1:6 NTV)
¡Dios te
bendiga!