lunes, 11 de abril de 2016

Un corazón conforme al de Dios


Es común escuchar que tal hombre o mujer tiene un corazón conforme al corazón de Dios, generalmente se lo dice porque sirve al Señor y tiene ciertas cualidades que lo hacen estar de acuerdo al corazón del Padre. Pero ¿Qué es tener un corazón conforme al de Dios? ¿Cuáles son esas características que como hijos de Dios debemos tener para alcanzar esa sintonía con Nuestro Señor?

La Biblia le asigna un gran valor al corazón. Y lo hace refiriéndose a la actitud interna que nos refleja desde lo más profundo. El corazón es entonces, el centro del ser. En este caso podremos ver qué había en el corazón de quien la  Biblia menciona que era conforme al de Dios. Así lo expresa el siguiente pasaje relatado por el apóstol Pablo:


“Tras destituir a Saúl, les puso por rey a David, de quien dio este testimonio: He encontrado en David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón; él realizará todo lo que yo quiero.” (Hechos 13:22) NVI.

¿Qué es lo que tenía este hombre que cautivó al Dios Altísimo? Tanto que aún en estos tiempos seguimos hablando de Él, y nuestro Salvador vino de su linaje, la casa de David. Muchos veían en David un reconocido rey, un guerrero, al matagigantes, otros lo identificaron como un gran estadista, muchos escogieron reconocerle como un hombre sabio, el pueblo de Israel lo recuerda como el adorador y compositor de salmos. Además de la otra cara de la moneda, en la cual es reconocido por muchos por sus pasiones, por la falta de dirección a sus hijos, otros lo recuerdan por su inestabilidad, y claro, por su pecado con la esposa de Urías el heteo.

No obstante todo lo anterior dicho, considerado bueno o malo, Dios lo llama un hombre conforme a Su corazón. — Descubramos a qué se debe esto:

Dios era su mayor bien
David no se impresionaba por el mucho oro, reconocimiento de la gente, muchas conquistas, o por las riquezas, sino siempre reconoció que todo ello era pasajero y que su mayor bien era Dios. Ya sea estando en pobreza o abundancia, David jamás desvió su corazón de su mayor tesoro: El Señor. “Yo le he dicho al Señor: Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.” Salmo 16:2 (NVI).

Si quieres tener un corazón conforme a Dios, de igual manera reconoce que tu Padre Dios es el mayor tesoro. Así nunca te faltará nada.

Le agradaba hacer la voluntad de Dios 
David no solamente buscaba la voluntad de Dios para su vida, sino que le agradaba hacerla. No obstante, en su libre albedrío David siempre buscó hacer la voluntad de Dios, pues le quería complacer. Él comprendió que al guardar la ley de Dios obtendría vida, lejos de ver los mandatos del Señor como una carga los veía como algo agradable. “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.” Salmo 40:8 (NVI).

Volviendo a Hechos vemos que al final del versículo dice de él: un hombre conforme a mi corazón; él realizará todo lo que yo quiero”. ¿Qué hay de ti, hacer la voluntad de Dios es un deleite, o una carga?; ¿Estás dispuesto a hacer lo que el Señor quiere?

Sabía a dónde iba
David, cuando era un joven, fue ungido por Dios para ser el futuro rey de Israel. Pero pasaron muchos años hasta que se cumpliera la promesa. David fue perseguido, amenazado, desterrado, rechazado, y perdió todo cuanto poseía, pero él jamás dejó de creer que algún día sería rey de Israel. Porque desde el momento que fue ungido el Espíritu de Dios estuvo sobre él y lo dirigió a su destino. “Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él.” 1 Samuel 16:13 (NVI). Y a los treinta años después de mantenerse fiel a Dios finalmente fue coronado.

De la misma manera, si tú has hecho de Cristo tu Señor, Él te ha ungido con Su Espíritu para hacerte saber a dónde te diriges, jamás dudes de Él ni de Sus promesas. No obstante tus ojos no miren lo que Dios ha prometido, confía y mantente avanzando en Su voluntad, así recibirás lo que Él te ha dado.

Era un adorador
Estuviera contento o triste, en abundancia o en escasez, habiendo salido victorioso o perdido una batalla, festejando un nacimiento o enterrando a un ser amado, manteniéndose en santidad o cayendo en pecado… David siempre adoró a Dios con acción de gracias. Este hombre tenía un corazón loco por Dios que le hacía vivir para adorarle. “Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré.” Salmo 69:30 (NVI).

Si quieres tener un corazón agradable a Dios busca adorarle y bendecirle con tu corazón, incluso cuando no sientas ganas de hacerlo. Así como David obligaba a su alma a bendecir el nombre del Señor y a no olvidar ninguno de Sus beneficios (Salmo 103:1-2).

No tenía miedo a los gigantes
Cuando Goliat retó al pueblo de Israel ellos vieron a un gigante ansioso de atravesarles con su espada. Veían a un guerrero sin debilidad alguna, cuya armadura y altura eran impresionantes (1 Samuel 17). Pero no así David. Cuando él le oyó blasfemar contra el Dios Altísimo ardió en ira y tuvo celo por su Dios. A él no le importó el tamaño de Goliat, sino el tamaño de su Dios. David jamás le llamó gigante, sino filisteo incircunciso. Él vio una oportunidad de ser promovido, y no un reto imposible. David sabía que el Señor estaba a su lado y eso le fue suficiente para degollar al gigante.

Todo reto que venga a tu vida no es demasiado para ti, ni imposible. Todo aquello que puedas ver cómo un gigante es insignificante en comparación con el Todopoderoso que va a tu lado. Sé como David, no temas a los gigantes y agrada a Dios.

Si tú hoy quieres tener un corazón más agradable a Dios haz esta oración:
“Padre, despierta en mí las características de Cristo que me hacen falta para ser conforme a tu corazón. Pon el entendimiento en mí de que Tú eres mi mayor bien, ayúdame a discernir mejor tu voluntad y a disfrutarla, recuerda a mi espíritu el destino que me has dado, hazme un adorador en espíritu y en verdad. Ayúdame a enfrentar los retos que has puesto delante de mí para darte gloria. Oro esto en el nombre de Cristo Jesús, Amén.”

¡Dios te bendiga!