miércoles, 17 de agosto de 2016

¿Cómo saber cuándo debemos ayudar?


Una ayuda fuera de tiempo puede ser un estorbo que retrasa el cumplimiento del propósito de Dios en la vida de una persona.

En lo espiritual las cosas no siempre son cuadradas. Si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, puede que actuemos erróneamente, no importa si ante los ojos humanos parezca bueno y correcto lo que hacemos. Si lo que hacemos no está alineado con el cielo, puede que seamos de estorbo a los propósitos de Dios, los cuales suelen ser mayores que esa circunstancia momentánea que percibimos con nuestros ojos humanos.


El Espíritu Santo es quien debe y nos quiere guiar a toda justicia y a toda verdad. Pero para eso tenemos que entender que la justicia del hombre puede equivocarse, más no la de Dios. Así que incluso para dar y ayudar, es bueno que nos dejemos guiar no de sentimientos, sino por convicción pero en el espíritu. Por no hacer esto es que muchos hermanos son engañados por quienes abusan de la piedad. Otros, cuando buscan hacer el bien sin darse cuenta estropean o atrasan los procesos que vienen de Dios para esas personas. Porque antes no se detuvieron a discernir si es el mismo Dios quien está tratando con esas personas a través de esa situación, para corregirlos o hacerlos madurar en la fe.

Quiero aclarar que no siempre es así, no quiero que con este argumento alguien de corazón duro quiera encubrir su impiedad y con esta excusa evitar ayudar y ser bondadoso. Lo que sí digo, es que siempre hay que pedirle dirección a Dios y discernimiento, para así saber cuándo es tiempo de ayudar y cuando es tiempo de esperar para ver a Dios obrando directamente.

Todos conocemos o hemos escuchado casos de padres sobreprotectores con sus hijos, éstos tienden a ayudar a sus hijos de manera exagerada y no les permiten fortalecerse ni madurar. En este sentido muchas de las cosas que nos pasan es para formar nuestro carácter.

Yo particularmente, he visto casos de personas que deben y tienen que ser procesadas por parte de Dios, pero esto es por AMOR y para SALVACIÓN. Pues es necesario que de alguna forma su corazón sea quebrantado y puedan mirar hacia el cielo para arrepentirse y sean transformados en ciertas áreas de su vida. Pero, ¿qué pasa cuando aparecen los que ayudan sin ser guiados por el Espíritu Santo? éstas son personas con excelentes intenciones, que pretenden ser buenos. Pero ayudan ciegamente y estropean o atrasan el proceso de liberación para la vida de esa persona, porque he aquí que sus ayudas vienen a ser fuera del tiempo de Dios y le hacen la contra al propósito divino.

El pueblo de Israel fue llevado al desierto para ser probado por Dios y determinar así lo que había en el corazón de ellos para que de esta manera ellos pudieran entender que Dios es quien sustenta al hombre.

“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”.

Para terminar, voy a dejarles acá tres ejemplos bíblicos, para fundamentar lo que quiero establecer sobre la realidad de que algunos procesos traen consigo un propósito de Dios, que busca moldear nuestro carácter, probar nuestra fe o fortalecernos espiritualmente:

1. El proceso de Job
Propósito: Probar su Fe, acercarnos más a Dios.
Cita Bíblica: Libro de Job.

2. Proceso del rey Nabucodonosor
Propósito: Moldear nuestro carácter, reconocer que dependemos de Dios, soltar la altivez y darle la gloria al único que la merece, nuestro Creador.
Cita Bíblica: Daniel Capítulo 4.

3. Proceso del hijo pródigo
Propósito: Desarrollar nuestra capacidad de reconocer nuestros errores, humillarnos para pedir perdón con arrepentimiento genuino y reconciliarnos con nuestro Padre celestial.
Cita Bíblica: Lucas 15:11-32

Exhortación final
Al momento de ayudar a una persona procura no estar anulando lo que Dios está haciendo en ella, recuerda que Dios permite las cosas para formarnos y hasta que no aprendemos no pasamos al siguiente nivel.

No cierres tu corazón, mantén siempre la llama del amor, la compasión y la piedad ardiendo en tu corazón ¡Anhele ayudar! y de hecho ayude todo lo que pueda... pero procure siempre sujetarse al Espíritu, consulte más allá de la necesidad que sus ojos vean porque Dios pondrá en usted el sentir en el momento, y en cuanto a usted sea un sí o un no, corresponda y no le desobedezca.

¡Dios les bendiga!