lunes, 11 de julio de 2016

Siguid la santidad


Así como creer en Dios que es una decisión, también lo es santificarse. Ahora esto no es algo opcional en la vida de un cristiano sino un deber si es que se quiere tener una vida agradable a Dios. El apóstol Pablo aseguró que sin santidad nadie verá al Señor, lo cual es obvio que excluye abiertamente a quien no se santifique.

La palabra traducida como "seguir" en el texto original es "dioko" que también significa practicar. En este sentido “seguir la SANTIDAD” implica practicarla de modo continuo.


Como hijos de Dios somos llamados a la santificación y al servicio. Lo cual quiere decir que una vez que recibimos a Jesús en nuestro corazón automáticamente comenzamos a transitar un camino de santificación que es un proceso que lleva toda la vida

Yo decido santificarme por amor a Dios, porque es un mandato que Él expresó en su Palabra y que Pedro lo dice de la siguiente manera: “sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO. Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación.” (1 Pedro 1:15-17)

Si aquí nos habla de buscar la santidad en todo lo que hacemos y durante todo el transcurso de nuestra vida no podemos ser parciales, estaríamos muy errados si creemos que la vida cristiana sólo se trata de ir a la iglesia los días de culto y hacer algo como para “servir” cuando en realidad llevamos una doble vida.

El llamado a la santidad es algo demasiado serio como para conformarnos con una vida superficial, vivir de la espiritualidad ajena en vez de tener una relación propia con el Señor es una ofensa para nuestro Dios que nos creó para disfrutar de una intimidad plena con Él hoy y por la eternidad.

Por lo tanto, si santificarte no es una prioridad en tu vida, te desafío a que comiences a tomarlo con la seriedad que se merece puesto que en aquel día en el que tengas que rendir cuenta delante del Creador, no todo el que le diga: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solamente el que hace la voluntad del Padre (Mateo 7:21).

Entonces ¿Estás dispuesto a santificarte día a día?

Si lo estás te invitamos a hacer esta oración:

Padre Dios: 
Hoy me arrepiento por no haber tomado en serio el llamado a la santificación, si bien tú me llamas santo porque me justificaste a través de la cruz, más de una vez me has hablado acerca de un mayor compromiso contigo y preferí entretenerme con diversas distracciones que nada tienen que ver con lo que quieres para mí. 

Hoy me arrepiento por haber huido de este compromiso por santificarme como tú me lo mandas, entiendo que quieres usarme para ser de bendición a otros y a su vez disfrutar conmigo de una eternidad de amor en la que pueda alabarte y contemplarte para siempre.

Ayúdame a dejar atrás todo aquello que distrae mi atención de ti, para enfocarme en tu persona estudiando tu Palabra cada vez más y consagrarme a una vida santa en todo lo que haga. 

Gracias Padre, porque sé que me oyes y que responderás a mi petición que está alineada a tu voluntad. Amén

¡Dios te bendiga!