domingo, 26 de junio de 2016

Enteramente preparado para toda buena obra


Hace varios días publicamos un artículo al que llamamos 5 cosas que debes saber si quieres ser un ministro del Señor (Si no lo has leído te invito a que lo hagas dando clic o pulsando el título), donde hablamos de los requisitos fundamentales que debe cumplir quien quiere servir en la casa del Señor. Y a forma de continuación de dicho tema queremos brevemente exponer por qué nos preocupa tanto este asunto.

No quiero ser muy teórico con usted que me regaló unos minutos, si quiere comprobar lo que mencionaré aquí tan sólo eche un vistazo a su alrededor, posiblemente en la iglesia más cercana a usted esté pasando esto, y quizás hasta en la iglesia donde usted se congrega.  



De lo que hablo es de estas tres breves características que mostraré a continuación a las que le he llamado "Perfil de muchos ministros hoy en día":

Falta de capacitación teológica
Usan los textos bíblicos a su manera sin respetar su contexto, dándole la interpretación de acuerdo a las necesidades de la gente, en la mayoría de los casos distorsionando su significado real. Esto se da mucho en personas que se lanzan al ministerio a los pocos meses de haber nacido de nuevo, independientemente de lo que los motive a hacerlo. También se da en personas que no toman en seriedad el fiel estudio de las escrituras.

Falta de capacitación psicológica (lo emocional)
Ante las críticas o las posibles correcciones recibidas se lanzan hacia los demás con comentarios fuera de tono, inmediatamente etiquetan a sus atacantes de “religiosos” y fácilmente te conviertes en blanco de ellos en su futuras “prédicas”. También se da en neófitos o en personas que a pesar de los años no han rendido su carácter al Señor y por ende no han madurado.

Falta de capacitación profesional (estudiantil)
Es lamentable que personas que quieren ser líderes de grupos no sepan ni escribir Dios con “D” mayúscula. Su ortografía es horrible y muchas veces también carecen de buena dicción (hablan muy mal). Este no es un tema de poca importancia; la manera como te expresas o escribes dice mucho de ti. A simple vista esto tal vez parezca un tema de discriminación, pero no es así. Parte de la responsabilidad de un buen líder y ministro es ser esforzado en capacitarse en todas las áreas posibles y esta no es de menor importancia. Incluso en Internet hay herramientas gratuitas para aprender a escribir correctamente y también podemos aprender a modular nuestra voz y a pronunciar las palabras adecuadamente. Quiero aclarar que con esto no estoy diciendo que para servir a Dios sea necesario haber egresado de alguna universidad o tener títulos colgados de una pared, ¡No! no se trata de eso.

¿Quiere saber por qué este tema es tan preocupante? Porque éstas son una de las razones fundamentales por las que se distorsiona la palabra de Dios. De la misma manera como un chofer o un piloto que no está bien capacitado puede causar con seguridad un accidente y llevar a las personas a la muerte, un ministro con falta de capacitación puede conducir a su congregación, o al público que le presta atención, al infierno.

Nada de esto se trata de perfección, yo diría más bien que esto es un tema de mayordomía, de usar de la mejor manera lo que Dios nos ha dado o nos permite. Si Dios nos da un ministerio debemos ver la seriedad del mismo y aprender lo más que podamos para poder enseñar, Dios nos permite y nos ayuda a madurar para saber cómo responder ante las cosas, y si nos permitió ir a la escuela debo hacer todo de la mejor manera posible, y con ello demuestro lo agradecido que estoy de tanta bondad de Su parte. A esto le llamo hacer las cosas con Excelencia.

Un líder bien capacitado dirigirá bien a un pueblo. ¡Estudia a fondo las escrituras, trabaja tus emociones y esfuérzate por escribir y hablar correctamente!

Hago esta exhortación con el deseo en mi corazón de que mis hermanos y hermanas en Cristo hagan las cosas con excelencia, recordándoles que lo hacemos para Dios. Por ello les regalo estos versos que alguna vez utilizó el apóstol Pablo…

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga APTOS EN TODA OBRA buena para que hagáis su voluntad. Hebreos 13:20-21a

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, ENTERAMENTE PREPARADO para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17


¡Dios te bendiga!