9
Y vino
Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de
Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió
un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te
restaurará, y serás limpio. 11 Y
Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y
estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará
el lugar, y sanará la lepra. 12
Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel?
Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. 13 Mas sus criados se le acercaron y le
hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la
harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 14 Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán,
conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de
un niño, y quedó limpio. 15
Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y
dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel.
Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. 16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo
aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. 17 Entonces Naamán dijo: Te ruego,
pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas?
Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá
sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. 2
Reyes 5:9-17
En la porción bíblica que acabamos de leer podemos ver que Naamán era un
general muy exitoso en batallas y por dicho motivo estaba puesto en muy alta estima
ante su rey Ben-Adad (rey de Siria), su fama lo había conducido a ser un hombre
orgulloso y arrogante; por ese motivo se ofendió cuando el profeta Eliseo no lo
recibió personalmente (costumbre que seguramente le habían dado en su país por
su alto rango militar y su conocida reputación) y más aún cuando la cura a su
enfermedad era bañarse en el río Jordán, pues su país contaba con ríos mejores
que los de Israel.
Evidentemente, al Eliseo darle este
trato tan severo a aquel general, lo que buscaba no era solo sanar su lepra,
pues la enfermedad física era el menor problema de aquel hombre; el profeta
buscaba romper su orgullo y su altivez para que así su corazón también fuera
sanado.
Aplicación:
Hoy en día hay muchas personas con el espíritu
de Naamán, que vienen a Dios con una necesidad porque saben que sólo Cristo
tiene la solución a dicha necesidad, que sólo Jesús puede liberarlos de una
gran carga; pero quieren que Dios lo haga a la manera de ellos. Dios les dice:
“ven por este camino”, “haz esto”, “esta es mi voluntad”, “este es el propósito
que tengo para tu vida”, “esta es la solución a tu problema”; pero ellos dicen:
“da lo mismo esto que aquello”, “Señor ¿Qué te parece si mejor hago esto que me
agrada más?”, “si me voy por la izquierda o por la derecha da lo mismo, pues lo
importante es llegar al destino”.
Estas y otras excusas le damos a Dios
con tal de hacer nuestra propia voluntad. Y hasta a veces le agregamos su
propia palabra: ¿acaso no dices que me darás lo que yo pisare? ¿No dices en Tu
palabra que concederás las peticiones de mi corazón? Y de esta forma nos
olvidamos que la voluntad de Dios es cuando Él quiera, donde Él quiera y como
Él quiera. Pues el soberano del universo es Él, no usted.
No importa los logros que hayamos
adquirido, no importa los diplomas que tengamos, no importa cuánto sepamos de
la biblia o cuántas horas al día pasamos orando. Debemos reconocer que al igual
que Naamán TODOS nuestros logros son gracias al Creador; y a pesar de ellos
debemos mantenernos en humildad de corazón y hacer TODO lo que Él dice que hagamos, aunque veamos que
tenemos opciones "más fáciles".
Principios:
A. No ser altivos. Lo que sea que alcancemos es por
la gracia de Dios, no por nosotros mismos.
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2 Corintios 10:5
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
B. No ser orgullosos. Cuando Dios dice algo no podemos
pretender saber más que Él y buscar una “mejor solución”. Viva bajo el lema:
“Si Dios lo dijo yo lo hago y punto”.
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Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
C. Rodearnos de personas humildes y sabias. Naamán se escuchó del sabio consejo de sus siervos y así pudo recibir su sanidad. (v. 13).
ü
1 Corintios 15:33
No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
D. Ser agradecidos. Cuando el general fue sano, se
devolvió a darle una ofrenda al profeta como agradecimiento por su sanidad; y
más aún, se convirtió a Dios y reconoció que solo Jehová es Dios. (v. 15, 17).
ü
Colosenses 3:17 Y
todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
ü
1 Tesalonicenses 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de
Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Te invitamos a que leas: ¿Sigues los planes de Dios o los tuyos?
Y también: ¿Sigue a tu corazón?
¡Dios te bendiga!